La herencia que deja el socialismo al PP, por segunda vez en treinta y seis años de Democracia, por no extraer recuerdos del siglo pasado, y, esto es lo que comenta la gente en la calle, apenándose por el sufrimiento que va a padecer el PP, como si las consecuencias, no las fuéramos a pagar nosotros, la gente sencilla, los que nos levantamos cada día con la incertidumbre de si podremos seguir trabajando en la empresa, o nos avisaran que estamos en el paro; los que nos levantamos cada día con el temor de que sea el último que podamos abrir nuestro pequeño establecimiento. Ellos, los politicos, cobrarán sus sueldos, manchados con el sudor y las lagrimas de nuestro esfuerzo.
La desvergüenza de la ministra de Sanidad, -portento de saberes, gracias a sus magníficos asesores-, señora Pajín, y su colega la señora Elena Salgado, igual de desvergonzada, después de hacer balance a vuela pluma ante las cámaras de televisión, nos dicen, sin cortarse un kiriki, que la herencia que nos van a dejar, la que tendrá que lidiar el PP, es una muy buena herencia, ya que la economia, queda en magnificas condiciones. Hoy, voy a refrenar mi instinto predador de imbéciles, y me centraré solamente en datos indiscutibles -no en las gilipolleces que digan estas incompetentes-, con los que será fácil demostrar a semejantes especímenes de humanoide a medio acabar que mienten como bellacas que son, de la manera más burda y grosera que nadie que no sea socialista, lo podría hacer sin que se le caiga la cara de vergüenza.
La “gran herencia” que esta tropilla de gandules robaperas que el Señor nos ha debido de mandar para castigarnos por haberle olvidado, es, en mi opinión, -que es una magnifica opinión-, la siguiente:
Más de cinco millones de trabajadores en el paro, con muy escasas posibilidades de poder volverse a colocar, como no sea al borde del precipicio hacia la pobreza más profunda.
Nueve millones de personas por debajo del dintel de la pobreza; más de medio millón de familias que no entra en sus casas un solo euro que les alivie el hambre; más de un millón de personas que se ven obligadas a aceptar la caridad ¡bendita caridad! de Caritas, para poder sobrevivir.
Un tejido industrial en trance de desaparición por falta de atención por parte del ministerio de industria. Su titular, más interesado en beneficiar la industria extranjera (los millones de bombillas que se trajo de China, que la mayoría duerme el sueño de los injustos en almacenes de Correos) y en hacerse fotos junto al coche de motor eléctrico, que en tratar de lograr créditos bancarios para que no tuvieran necesidad de cerrar tanta empresa como han tenido que cerrar.
Nos dejan un Ejercito medio desmantelado y con miedo a los “comisarios políticos” que, emboscados, se dedican a espiar a sus compañeros; una policía aparentemente encanallada (aceptando que no son mayoría), capaz de las mayores tropelías (desaparición de pruebas de los atentados de los trenes de cercanías, 11-M; desaparición de 100 kilos de coca de almacenes policiales; una Justicia, una parte muy importante en número, vendida al Poder, en estos momentos, al asqueroso socialismo (esperemos que no suceda igual con el PP); pérdida de prestigio en el exterior, a pesar de ser uno de los países más importantes de Europa.
Para el final, como la traca en las fiestas de los fuegos de artificio, una “casta política” choricera, inculta y envilecida, más preocupada en forrarse a cuenta del erario público, que en cumplir las obligaciones inherentes a sus cargos. Los casos de cohecho; prevaricación o estafa son movimientos de los políticos, naturales, como pudiera ser el ir cada día a sus despachos en ministerios, sedes autonómicas, diputaciones, ayuntamientos y demás centros de alta peligrosidad para los ciudadanos decentes: tú, vosotros, yo…
¿Qué herencia van a dejar estos cabrones/as a Rajoy? No a Rajoy solamente; después del 21 de diciembre, habrá que meterse las manos en los bolsillos de los pantalones y no dejar que se escape ni un solo euro, si es que aún nos queda algo más que pelusa.