Ayer, los católicos celebramos el día de la Natividad de Nuestro señor Jesucristo. Debería haber sido un magnifico día para todos los cristianos, pero no ha sido así, porque, al menos en España, ha habido muchos españoles y muchos inmigrantes que no han tenido nada con que celebrar, a no ser hambre y frío: cinco millones de parados; nueve millones en el umbral de la pobreza, que muchos han traspasado.
Acabo de escuchar -mientras estoy escribiendo- a través de la televisión, a "nuestro" Rey, decir que estamos en un Estado de Derecho. Esa afirmación en boca de SM, me ha paralizado por unos pocos segundos. Estado de derecho, a ¿Qué? He pensado y a continuación me he preguntado a mi mismo, ya que no había nadie a mi lado. ¿Alguien se cree de verdad que lo que SM nos dijo es lo que en su fuero interno piensa? No, me contesté; yo, al menos, no me lo creo. Siempre que he escucho al Rey, en su discurso de Navidad –que son muchos-, me ha sonado a hueco; palabras, con sonido monótono, dichas sin convicción, como de tramite. Es mi sensación, que no digo que esté en lo cierto. Pero, para quien puede decir que escuchó en ese mismo trance a Franco, durante muchos años, puede, con rigor, contrastar, y la cosa no tiene color. Franco sabia de lo que estaba hablando porque él era quien tenía las riendas del gobierno; él hablaba de primera mano. No es el caso de don Juan Carlos. Pero, no es del papel del Rey en este sistema, de lo que hoy quería hablar. Así que me bajo al siguiente renglón.
Me han contado, hace un par de días, de una familia de recientemente desocupados de sus viviendas por no poder satisfacer los pagos de la hipoteca, que se fueron a vivir debajo de un puente a las afueras de Madrid. “No te puedes imaginar –me decía mi amigo- lo aseado que tenían el pequeño habitáculo hecho de tablas y cartones, y lo limpio de hierbas, plásticos y papeles que tienen el contorno que usan a modo de jardín”. ¿Para qué tener limpio ese… jardín? Pregunté. “Ellos dicen que su situación es un accidente y que esperan que llegue el día en que volverán a vivir en un piso, como Dios manda. No quieren perder las buenas costumbres.”
Eso es lo que esperamos los españoles, rogamos a Dios y a todos los santos que llegue el día en el que podamos vivir en un verdadero Estado de Derecho -no en este simulacro-, en el que todos los españoles seamos iguales ante la Ley; un Estado de Derecho, en el que todos los españoles tengamos derecho a un puesto de trabajo suficientemente remunerado; un Estado de Derecho en el que se garantice la Sanidad y la Enseñanza, especialmente para quien no podría pagarla; un Estado de Derecho en el que todos los españoles paguemos impuestos en consonancia con nuestros ingresos y nuestras propiedades; un Estado de Derecho sin ningún tipo de discriminaciones, ni positiva, ni negativa; un Estado de Derecho en el que se garantice los derechos de los trabajadores, de la misma manera que los de la empresa en suma: UN ESTADO DE DERECHO.
Un Estado de Derecho, no puede ser aquel que propicia que un individuo como yo, sin conocimiento de ello, pudiera haber accedido a un puesto relevante en el ayuntamiento de Madrid; un Estado de Derecho, no puede ser aquel que permite llegar a ser alcalde de un pueblo de Murcia a un individuo, medio analfabeto, que una vez tomado el bastón de mando dice: “ahora os hablará mi hermano, que ese si que sabe hablar”; un Estado de Derecho, no puede ser el que es capaz de investir como presidente de Gobierno a un inútil y a sus inutilitos como ministros.
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