jueves, 28 de enero de 2021

YA HABRÁ TIEMPO PARA ENCONTRAR A UNA PERSONA CAPACITADA.

 "Lo principal es la salud". Así; con veinte míseras palabras todos intentamos esconder el acumulado cabreo; el mal toqueteo testicular que nos produce el día 22 de diciembre, después de que, como viene ocurriendo todos los años, comprobamos que el numero que llevamos, y los que con familiares y amigos hemos intercambiado, no han sido agraciados ni siquiera con la Pedrea.

Encima, a los pocos días ocurre que cuando enero se pone jodidamente cuesta arriba, empezamos a recordar que también, como en todos los años anteriores ocurre, "no hay anisete sin euretes". Lo que viene siendo igual a que no es posible conservar la salud si en nuestros bolsillos no hay, al menos, el dinero suficiente para ello.

Esta tontuna que se me ha ocurrido en estos momentos de deslucida obnubilación en el que me encuentro sumido, por el mayúsculo disgusto, convertido en entristecimiento barriguero acompañado de una tremenda y estresante zozobra -hasta los gases me salen por la popa desconocidamente tristes, sosos y con sordina; sin esa alegría que normalmente se les nota cuando salen pimpantes; cantarines; o tartamudeantes: racatrá catra racatrá... pichsss ¡purrum pummm!- que me ha producido la inesperada dimisión de Salvador Illa (¿dónde irá a parar nuestra sacudida salud ahora que se ha ido el Salvador? perdón por el chiste) que, para mayor daño, a mí y al resto de los que estamos consiguiendo milagrosamente sobrevivir, haciéndole regates a los políticos de la Seguridad Social (en este jodido 2020 han fallecido casi 70.000 pensionistas mas que en 2019), ha obligando a Sánchez a ponernos a los españoles (también a las españolas; faltaría más, ellas también se lo merecen) en manos de una perfecta desconocida -a pesar de llevar casi un año como ministra de Política Territorial y Función Pública, lugar tranquilo para la conservación y descanso de su palmito- para que nos la siga sacudiendo. No se, no se; no parece que se la vea con la energía que es necesaria para hacerlo al gusto de  todos los españoles que estén o vayan a estar necesitados de su ministerial servicio.

Pero con este Gobierno no se puede decir que todo es malo... de momento bueno... bueno... ¡Vaya! no se me ocurre nada... ¡ah si! el nombramiento de Miguel Izeta como ministro de Política Territorial y Función Pública, para que no se fatigue. No por lo que pudiera hacer al frente de esas cosas, que ya sabemos lo listos que son ellos y sus múltiples asesores personales que les financiamos -no hay más que ver el chozo para saber como es el guarda-, sino por que su llegada a la plantilla ministerial nos acerca a la más que necesaria, imprescindible, próxima igualdad entre homosexuales y heterosexuales que nos llenará de orgullo por ser -en eso si- los primeros en el Mundo entero y, después de cubrir esas primeras neciosidades, ya habrá tiempo para encontrar a una persona verdaderamente capacitada, no los chapuzantes a los que se nos tiene acostumbrados, para organizar desde el ministerio la maltrecha Industria nacional, como empieza a ser vital encontrar, seguramente en la empresa privada, porque en la calle Ferraz no hay una persona que ponga en activo el Campo: la ganadería, la agricultura, la pesca. Y con la misma necesidad esta esperando el comercio en general, y resto de cosas que crean el buen movimiento interno de un nación.

Ya sé; la he pintado de verde con el tema Izeta; se que habrá quienes me tilden de homófobo fascista, con categoría de tomo y lomo. Es igual; no sufro, las personas homosexuales, no son pocas, que reconozco como amigos y me reconocen como amigo saben que yo les respeto a ellos y respeto, porque no debe ser de otro modo, la homosexualidad, porque no es de razón condenar a nadie por disfrutar de lo que la propia naturaleza humana nos ha regalado a todos y todas. Lo que no respeto, ni acepto de ninguna de las maneras que se me obligue a ello, es a respetar a quienes continuamente salen a la calle, que es de todos, utilizando su peculiaridad con exageración ridícula y provocativa como arma agresiva contra todo quisque, incluidos los homosexuales que viven su normalidad sin escándalo, como sin escándalo viven el resto de los mortales su normalidad.

Eloy R. Mirayo.



miércoles, 27 de enero de 2021

¿EL PEOR MOMENTO PARA MARCHARSE?

 “¡Este es el peor momento para marcharse!”. Es la opinión periodística con la que se expresa el ABC, respecto a la dimisión del ciudadano Illa como ministro de Sanidad de este pintoresco Gobierno, momentos antes de que el interfecto pusiera pies en polvorosa camino de la Ciudad Condal, llevando en mano la amenazante posibilidad de alcanzar ser el próximo presidente de la Generalidad (desde este humilde blog les pido disculpas a todos los catalanes de bien, por no haber intentado impedir sus devolución.)

¿El peor momento para marcharse? La gilipollez es una entidad abstracta inmaterial, lo que no es impedimento para que puede llegar a ser verdaderamente escandalosa, molesta; en muchas ocasiones imposible de soportar, cundo el imbécil de turno nos elige como victimas de su gilipollez. No es exageración; lo llevamos sufrido todos los días desde la dimisión de Rajoy. Y antes también, pero mas suave.

La gilipollez; esa entidad abstracta no se toma la molestia de discriminar por razas o por estatus social, ella se instala -hay a quienes les viene de origen- y en cualquier momento y situación va, y hace brotar al gilipollas. En el caso que me ocupa en este menester, mostrando su naturaleza ha saltado sin dignarse a respetar la impresionante historia del diario mas antiguo de los que se tiran en Madrid: El monárquico ABC. Que fue rescatado por Franco de entre las sangrientas garras de los rojos, para entregárselo a sus propietarios. 

Si; la gilipollez también se ha instalado entre esas ilustres rotativas. Esperemos que sea un brote leve y cure cuando en ese periódico lleguen a comprender que el “peor momento” no es el de su partida hacia “la tierra prometida”, sino que lo fue su llegada a la Moncloa -tierra de promisión para inútiles-, propulsado con viento de cola -¡ay que te pillo, te pillo!- por el “Fisnisssimo” Izeta, y bendecido por Pedro Sánchez con el Ministerio de Sanidad como regalo cuando llegó el aquelarresco festejo -cosa natural; se llama Salvador-. Lo cierto, parece ser, es que como el ministerio de Sanidad, tradicionalmente desde que se instaló este triste y sucio sistema político (con la pagada ayuda de los traidores al Glorioso Movimiento) se les ha ido adjudicando, por el PSOE y por PP, a personas poco relevantes, nada dadas a discutirle a la “Autoridad”. Perfecto lugar en principio para un personaje, por como hemos podido ver en las pantallas televisivas, dócil para su amo como el mono del titiritero gitano, pareja de la chiva, y mas parado que los toros de Guisando. Peculiaridades que le han venido de fábula a Sánchez, para usarlo sin miedo al rechazo, como “camello” para trasladar a la ciudadanía las falsedades y milongas de todo tipo y tamaño desde los propios medios de difusión del Estado y por medios privados de presencia nacional domesticados, euro sobre euro, porque ni él ni Simón se atrevían a hacerlo.

El que el señor Illa haya decidido cambiar de aires, a los españoles lejos de apenarnos o ponernos negativos con los del ABC, lo que ha conseguido es que se nos abran una ganas enormes de tirarnos al suelo y darnos unos cuantos tripazos para demostrar nuestra alegría.

Eloy R. Mirayo.



lunes, 25 de enero de 2021

BANDA DE GILIPOLLAS CON DIPLOMA.

 Se están dando casos muy curiosos, por no llamarlo auténticas cabronadas, en este país -al que le está quedando demasiado ancho y largo el nombre de España- como consecuencia de la falta de la capacidad de la tropilla de descamisados intelectuales que se han apoltronado en los pesebres del poder y se están poniendo hasta las orejas de forraje.

Casos o cabronadas -si, más bien lo segundo- que nos deja a la personas decentes, o sea, a los que no somos políticos, en unas inaceptables condiciones que dan de plano en lo que la Justicia denomina secuestro y que nos deja en total desamparo. 

Esta banda de gilipollas con diploma de primera categoría, orlado y sellado, además de arruinarnos después de arruinar indiscriminadamente toda clase de negocios lícitos -el suyo, la política, está boyante- y en el paro a otros, también parece que están decididos a matarnos de hambre, pero eso sí, después de multarnos previamente. Puro atropello al derecho más elemental.

Yo estuve a punto de sufrirlo este fin de semana si hubiera actuado con la normalidad de siempre.

Tenemos, mi mujer, mis hijos y yo, porque nos lo hemos ganada trabajando decentemente, un sencillo chalet -sin el nobiliario título de archiduque del Manchego Llano de Calipo-Fado, muy alejado de tamaño y coste del millonario precio real del que se han calzado su excelencia el "Archiduqueso de Galapagar, su excelentísima compañera de cama (es un suponer lógico) escaño y water, y sus excelentísimos perros- en una urbanización cercana a Madrid, justo a la altura del cartel que indica el final de su provincia y el principio de la de Toledo. 

El pueblo que nos viene más a mano (5 kilómetros) para hacer la compra son Valmojado (Toledo) y Navalcarnero (Madrid). Nosotros llegamos el viernes pasado y resulta que esos dos pueblos cerrados, confinados sus habitantes y vigilante la Guardia Civil en las puertas de grandes comercios para denunciar a quienes sin ser vecinos de esos pueblos, se acercaban a comprar. 

¿Yo no como? No es rabiosa pregunta a quienes, preparados para mejores empeños, hacían el servicio, sino a las autoridades políticas, muchos de ellos aún con el pelo de la dehesa, que sin conocimiento ni responsabilidad que pudiera reprimirles, usan tan fabulosos servidores para tan innobles intereses. 

Estas son medidas de corte soviético con el único propósito de acojonar al personal. Denuncias al comprar comida a personas que para poderlo hacer en plena libertad se verían obligadas a hacer muchos kilómetros de vuelta, con la posibilidad de, al cambiar de provincia para volver a su lugar de origen, fuera de nuevo denunciado por otro retén de la Guardia Civil.

Denuncio el hecho para el conocimiento de los pocos que aún no se han enterado de que vivimos bajo la tiranía desbocada de un gobierno sociocomunista y... separatista y... herederos del terror y ... de "lo mejor de cada casa" (¡por los cojones!) de naturaleza egoísta y obtusa, sin mejores idea que las que malas o peores puestas en práctica en el extranjero, cogidas al vuelo de la prensa, o de los por obedientes "bien engrasados" medios audiovisuales, a pesar de estar soportando un incontable número de banderillas clavadas en "to lo arto" de sus lomos por quienes -si serán gilipollas- votaron en el pasado y les seguirán votando en el futuro hasta que, como remate a la faena, les sea propinado el estoconazo en el hoyo de las agujas, con el "cachetazo" final. Con la posibilidad, casi con toda seguridad de sus elegidos, orgullosos de sus "logros", se permitan exigir el corte como trofeos de sus orejas y rabos.

Lo peor es que por culpa de ellos también nos repercute a los demás hasta donde nos es imposible contener... De momento.

Eloy R. Mirayo.



jueves, 21 de enero de 2021

¿SOLIDARIDAD?

 Ahora resulta que a algunas autonomías ("Madrid suspende el plan de vacunación a los sanitarios que están en primera línea de Covid-19 por falta de vacunas". Diario El Mundo de hoy, 21 de enero) no les llegan las dosis de vacunas anti virus que necesita para preservar a quienes se encuentran en las primeras trincheras. Lo que les hace a más de una persona, quizás porque nos falta inteligencia, no entender la decisión del Gobierno Sánchez de vender dosis de esas vacunas a Andorra. 

¿Solidaridad? ¿Prevención por su cercanía? Lo cierto es que no es posible ver la lógica gubernativa, ni siquiera después de la experiencia acumulada en estos últimos años de socialcomunismo, habiendo sufrido lo que ha venido diciendo y haciendo en sus andanzas; las del personal supremo del estado "sociata", y por el personal soviético de la sucursal de apoyo. 

No se les entiende la preocupación por lo que podría venirnos desde Andorra poniendo como excusa a la gilipollez -muy al gusto propio- de la venta de dosis anti virus, debido a su cercanía, porque no hay cercanía por la que preocuparse, más cercana de cara al contagio que la cercanía propia; lo que somos los españoles. Y, en cuanto a la solidaridad (no me río porque estoy sufriendo un episodio de descomposición aguda) el señor Pedro debería tener en cuenta que tiene a más de cuarenta millones de españoles, de los que la mayoría estamos deseando alcanzar la inmunidad ante el el jodido Covid-19, con el ejercicio de su ampliamente bien pagada solidaridad.

Tampoco -y somos muchos-, los que no entendemos el lío montado porque unos poquísimos políticos se ha vacunado en estos inicios, sin esperar, como el capitán del barco siniestrado, a que se hubiera vacunado el último "Mohicano". 

Por decisión de la dirección de esos partidos (lo que me hace pensar que la gilipollez es el ADN del político) les han obligado a "dimitir por auto reflexión". Lo que representa una injusticia inadmisible en un estrato social tan estricto en la honradez y las Buenas Costumbres, como es la Política Nacional. 

Algunos pensamos que mejor habría sido dar mayor sonoridad a esas vacunaciones, haciendo pasar por los platós de todas las televisiones, por todos los micrófonos de las emisoras de radio y por todas las primeras páginas de los diarios de tirada nacional altos protagonistas, mostrándoles como ejemplo a seguir para los demás ciudadanos de este país. 

El que algunos políticos vacunados (que debería ser todos los que forman en ese peculiar mundillo, según Alberto Rivera, "para estar disponibles las 24h y los 365 días del año". ¡Que mal nos quiere el jodio!) altruistamente lo hayan hecho, no debería haber ido más allá de ser la demostración de que esas vacunas, lejos de acarrear problemas de salud añadidos a los vacunados al ser inoculadas; u otras incomodidades más o menos relacionadas con la salud, como pudiera ser, por buscar un ejemplo, la reducción del rendimiento sexual: "dificultad de izar adecuadamente el "pendón" los caballeros en beneficio de sus damas o ¡vaya usted a saber! ", serán las que nos saquen a flote a todos, políticos y personas decentes, por igual, de esta puta pandemia.

¡Que desaparezca la pandemia! Que desaparezca aunque nada mas sea para deja de sufrir al Simón de una puñetera vez, y para siempre.

Que así sea.

Eloy R. Mirayo.


miércoles, 20 de enero de 2021

¡VENGA ALEGRÍA!

 "Es inútil luchar contra los elementos con una simple pluma de la suave pechuga de un cisne de blanquísima pureza como único instrumento de defensa y ataque". 

Es lo que solía decir mi abuela Leonor que, como resulta fácil adivinar leyendo su discurso, era un tantico cursi en sus expresiones (solamente en verbal) cuando nos empeñábamos en peleas verbales; interminables discusiones intentando convencer a oídos sordos y cerebros duros, cuando lo que se requeriría, según ella, para imponer la razón, sería buena cosa hacer uso de más "sólidos argumentos". Y a mis hermanos y a mí nos remitía a lo que dijo  José Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre de 1933 Teatro de la Comedia de Madrid.

En estos momentos las cosas son, según cuentan los pocos que los sufrieron, igual de difíciles para los españoles de hoy, víctimas de estos políticos; máximos damnificados de las crisis económicas; enfermos del Covid-19; sin trabajo; empobrecidos; y fríos como polos por culpa de Filomena, que los españoles de aquellos entonces (sin la Filo) pero, el marco nacional como el internacional en el estamos inmersos, por varios motivos que iremos diciendo, es muy diferente. 

Ahora la Justicia, aún con desvergonzadas injerencias políticas, conserva cierta autonomía y, si como estamos comprobando es posible su arbitrio, como lo acreditan muchísimos casos, estos no son aún los momentos que justificaran la drástica utilización de la "dialéctica de los puños y las pistolas".

Pero que estos listillos que por milagro del Maligno están viviendo cómodamente "poltroneaos" no piensen como imbéciles que al gigante dormido, cono están haciendo, se le puede estar continuamente pisando el callo del dedo meñique de los pies, tanto del derecho como del izquierdo. La confianza falta de ciencia suele ser el vehículo en el que con insistencia suele llegar el gran fracaso. 

Ojo con pisar, y ojazos con la gilipollez de continuar, ñaca, ñaca, apretando y girando con saña la bota encima del callo pues, ante la disyuntiva de morir de reventón o de cagalera, el gigante, que odia la suciedad, cansado de tanta cabronada, pudiera elegir el imprevisible reventón, sin importarle las consecuencias que le pudieran acarrear a él, ni de lo que pudieran pensar, decir o hacer los relamidos vecinos europeos, tan cercanos, ni los muy lejanos americanos. 

Mucho mejor sería proveerle -que es a lo que tiene derecho y no se le es dado por estas muy devaluadas autoridades- de un calzado cómodo y sin lujos, pero liberalizador del dolor callero-pinrenil al que desde hace muchos años -últimamente con los rojos en el machito, agravado- está sometido, pues el  esfuerzo de caminar tranquilo y pacífico en pos de, con su demostrada solidaria laboriosidad, conseguir sin el menor egoísmo el indiscriminado bien general, es su ancestral naturaleza.

¡La sociedad ha cambiado una barbaridad en estos últimos cuarenta y seis años!. 

Lo verdaderamente extraño es que esa afirmación la hacen con la satisfacción de quién se ha metido entre pecho y espalda dos paletillas de cordero lechal a la parrilla, muy bien regadas con un riquísimo tinto de la Ribera del Duero, cuando en realidad, con el estómago vacío son -si quien es escuchado no es uno de estos neogolfos rojos, especie que nos tienen "toito er cuerpo sarpullaito" con su presencia- uno de esos memos -que son legión- que lo más cerca que ha llegado a estar de unas paletillas de lechal es en una foto de archivo de los años sesenta del pasado siglo, cuando todos los restaurantes de España dedicados al asado de cordero y cochinillos (ahora a los segundos los tenemos en cargos de altísima responsabilidad política) hacían varios turnos al día dando comidas y cenas.

Si; algún día ¡quién sabe cuando! no les servirán las trampas; ni las mentiras; ni los engaños; ni el haber desmilitarizado al Ejército, ni de haber desnudado de autoridad a los cuerpos y fuerzas de seguridad. Ese día... 

¡Venga alegría! Señores ¡venga alegría! Quiero bailar... ¡tra ca ti, tra ca tra !.

Eloy R. Mirayo.