En el debate de investidura de don Mariano Rajoy como presidente de Gobierno, más que durante la campaña electoral, hemos podido comprobar que el ciudadano Rubalcaba, si le quitas el poder, se queda en “na”; una piltrafilla seudointelectualoide y déspota, sin más valor que el chasquido de mi dedo corazón sobre el pulgar de mi mano derecha. Pero eso ya lo sabíamos ¿No?
A partir de mañana, sin el rebaño socialista en el poder, empezaremos a ver una España más bonita; menos triste y más esperanzada. El señor Rajoy nos ha prometido que no habrá mentiras; según él, nos enteraremos en cada momento, sin velo, del estado de la “cosa”; de cómo van a atacar las dificultades, y de qué manera nos va a afectar, y cuanto nos va a doler. Claro está que él, el señor Rajoy, no es santa Gema, ni siquiera san Pancracio y que, por lo tanto, le está vedado el hacer milagros. Así que de milagros, nada. Los milagros, como de costumbre en nuestra querida Patria, habremos que realizarlos la totalidad de los españoles, encabezados por los mejores; por los más inteligentes; por los más atrevidos; por los más imaginativos; la valentía y el sacrificio, ya sabéis, esa será nuestra labor. Nuestra labor en la oficina, en el taller, en la fábrica, en la universidad, en los campos de labor… no lo dudéis ni por un momento, el “mal” se aleja… se aleja… seeee aleeeejaaaa…
Os habéis fijado en la cara del apátrida José Antonio Duran y Lérida, cuando le pedía, como una rabanera del antiguo mercado de la Cebada, -estaba desencajado, y el muy imbécil, pido perdón a los imbéciles-, va y dice desde el púlpito, que Cataluña es la locomotora de España. Este tío no sabe por dónde se anda; los socialistas, con la ayuda de CIU, PNV y BNG, en estos últimos ocho años, han convertido a España, en un tren descarrilado del que Madrid, es el único vagón que circula por la vía, y lo hace con muy buen rumbo. ¿Podría ir mejor? Sí, claro que sí; pero, con los demás vagones enganchados y todos en la misma dirección.
Este gallego no es como aquel, pero démosle tiempo; no hay otra cosa. Necesitamos que acierte en lo más y, si tiene que fallar, que lo haga en lo menos. Mañana, Dios le ilumine, nos presentará al grupo de ministros que junto a él, nos gobernarán durante los próximos cuatro años; ahora, a las 0,10 horas del día 21 de diciembre de 2011, sin presumir de vidente os puedo asegurar que, uno por uno, cada nuevo ministro, es cien veces mejor, aunque fueran muy malos, que los inútiles que se fueron.
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