La cruda realidad nos premia con el diploma de “Acertante de lo Obvio” -no hemos sido tantos-, a quienes vaticinamos que la misiva no avisaba de la huida de Pedro Sánchez al galope tendido de la Moncloa, camino a la Republica Dominicana, sino del aferramiento al banco azul del Congreso, siguiendo con su “corpore insepulto” al frente del gobierno de España.
La lacrimógena carta estilo “Coríntellaniano” publicada por el interfecto, eso lo teníamos por cierto, se notaba de lejos que estaba escrita -no es para estar orgulloso, jodío- por alguien poco conocedor de nuestra gramática, muy escasito de inteligencia capaz de creer que con ella -la carta-, como la afamada novelista del corazón, se ganaría la voluntad de los españoles.
¡Que se iba a ir! El pudiera ser, yo me guardo mi opinión, pero tampoco voy a criticar a nadie por creer que sea un auténtico sinvergüenza, con añadiduras de canalla. Tampoco discutiré con el que pudiera ser que creyera que el señor Sánchez es un embustero consumado. Y tampoco entraría en “pleito” con quienes les parezca una buena cosa aplicarle todos los adjetivos descalificativos con los que normalmente suelen identificarle en el Congreso y en el Senado en sus sesiones. Tampoco entendería la prohibición de la espontánea bronca callejera de la ciudadanía como “malvenida” de Pedro Sánchez y muchísimo menos, si en honor a ese mismo personaje, un poeta anónimo le declama un poema recién florecido: “Por siete votos… ¡Tienes el culo roto!”
El cinismo ha vuelto a hacerse presente hoy con su aparición, como el pastor que vela y se sacrifica por el bienestar de sus rebaños de cabras y de ovejas y borregos, sin importarle el fracaso de las manifestaciones de gente “caprina” y “bovina” y borreguil traída del ronzal desde lo más recóndito de los cuatro puntos cardinales de España, hasta la calle Ferraz. Sin llamarles, de manera espontánea, se juntan más personas para abuchearle en cuanto pone pie en la calle.
Hoy lunes con amenaza de hablarnos cumplida, ocupando las pantallas de nuestra televisión, ha sacado la “chorra” y les ha echado (señores del PP) una “meá”, a todos los imbéciles (políticos y gentes de mal vivir) que tranquilamente sentados, esperan a que “el chuleta del Ramiro,” con lo bien que le viene todo, hasta su mujer le trae euros a casa, porque si, recoja sus artilugios y se las de.
Y ¿Cómo se puede arreglar esto? Me pregunta mucha gente, como si yo, en algún sitio escondido tuviera la solución ¡Pobre de mí! Bastante tengo con ir capeando, junto con mis hijos, el dolor que nos muerde el corazón por irreparable pérdida familiar.
La pregunta de como arreglar las cosas en España; la manera de que los problemas que nos ha venido a los españoles de la mano de Pedro Sánchez, después de una profunda reflexión, he llegado a la conclusión de que todo se arreglaría si en el Congreso de los Diputados, sentado en su escaño, hubiera alguien con la gallardía (enloquecido benefactor) de acercarse al banco azul del presidente Sánchez y después de sacudirle dos… y cogido del fondillo de los pantalones lo pusiera de patitas en la calle… es lo que recientemente he soñado.
¿Se levantaría alguien para impedirlo? Yo creo que no.
Eloy R. Mirayo.
