Hasta el último momento estos mamones, nos van a estar tocando los pelendengues con el asunto del Valle de los Caídos y el traslado de los restos mortales de Franco. Claro está que en España no hay otro problema que ese. Desde el día 17 de abril de 2004, en que prometió como presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez, hasta el día de hoy, no ha pasado un día en el que este nefasto personaje no haya emitido por sus babosas fauces unas cuantas mentiras, o haya cometido un desafuero.
Solamente un país aborregado como este, puede, sin protestar adecuadamente, soportar la contínua falta de respeto –a la Patria común; al Jefe del Estado y al resto de los españoles- que supone el haberse rodeado de una tribu de analfabetos, y ponerles en puestos de alta responsabilidad que deberían ser ocupados por personas debidamente preparadas para su función. A nadie, ni siquiera para cubrir sus propias carencias, se le podría haber ocurrido semejante actuación, si no es por maldad intrínseca; por odio enfermizo o por mandato de gentes emboscadas, para beneficio de sus bastardos intereses, o, por las tres cosas juntas.
Para el asunto del traslado, ha sido nombrada una comisión de expertos ¡expertos! ¿En qué? ¿En llevárselo crudo? Porque estas comisiones no se realizan de forma gratuita. La Democracia paga bien a sus servidores, y más, si son traidores. Algún día, no tardando mucho, la Historia pondrá a cada quien, en el sitio que le corresponde; a toda esta gentuza, los que dan la jeta asquerosa y sucia, a los que desde la sombra lo urden y quien, teniendo autoridad, lo permite en silencio, les llenará de oprobio, mientras a Franco, y a todos los que le ayudaron en la empresa de rescate de España del comunismo ateo y asesino, les pondrá en el lugar de honor que les corresponde. Que así sea.
El ministro de Fomento, señor José Blanco –el don me parece excesivo- siempre que puede, declara que tiene fe en la justicia. Al fin ¡albricias! he encontrado a alguien que tiene fe en la justicia. Pues… ¿Qué queréis que os diga? Yo, no tengo fe en una justicia que se pone al servicio del partido político que detenta el Poder. No puedo creer en unos jueces que, sin haber aprobado la judicatura, de cualquier forma, se les nombra juez, para ¿echar mano de ellos cuando convenga? Pues, eso. La Justicia será respetable, cuando al jefe de los GAL, al verdadero jefe, se le meta en la cárcel; cuando a los políticos se les retire el aforamiento, y puedan ser juzgados como al común de los españoles; cuando los miembros de la judicatura que delincan, sean debidamente sancionados; cuando sea totalmente independiente. Mientras tanto seguiré pensando que la Justicia, está muy lejos de la Justicia.
Gracias a eso, y al sistema que todo lo pervierte, España es el Paraíso de los delincuentes; no hay día que abriendo el periódico, no se caigan por su peso unos cuantos delitos; “pequeños” como el robo en cinco establecimientos de joyería; grande como los que, presuntamente, se le adjudican al yerno del “elegido” por Franco, para ¿reinar? Y, como aderezo, algún asesinato de una mujer, a manos de, casi siempre, su compañero sentimental que, también, casi siempre, son extranjeros.
Me cuenta un camarada que lo que en realidad quieren estos golfos es liquidar el culto de la Basílica, sacar a todos los muertos, sin distinción, y convertirlo en un gran burdel, donde sus madres y hermanas puedan trabajar sin la incomodidad de hacerlo en la Casa de Campo.