En 1981, ante el mal cariz que a mí entender estaba tomando la gobernación de España, me afilie a Fuerza Nueva, porque creí que era el último reducto de decencia política que aún quedaba. Ese mismo año, como abanderado de mi distrito (Ciudad Lineal-San Blas) asistí a la concentración en homenaje a Franco y José Antonio, en la plaza de Oriente. Ese día, para quien nunca había militado en ninguna organización política, ante más de un millón de personas afines, si siempre me había sentido español, en ese momento sentí el grandísimo orgullo de ser español ¡Qué digo español, ESPAÑOLAZO POR LOS CUATRO COSTADOS!
Entre tanta gente de bien, esperanzado pensé que podríamos cambiar el degenerado rumbo que estaba tomando la clase política recién parida, integrándonos si fuera preciso en el sistema para, desde dentro, poderlo cambiar por algo decente y más justo. No me gustan los partidos políticos pero, menos me gustaba entonces y ahora, la idea de que campen por sus corruptos respetos, si había manera de crearles oposición sana, limpia y fuerte, desde la razón y la decencia. Eso era lo que en realidad buscábamos los españoles que estábamos en la plaza de Oriente aquella mañana -los militantes de FN, en particular-, pero creo que al menos yo, me equivoqué al pensar que desde aquellas filas, saldría glorioso el contrafuerte que necesitaba España. Al mando supremo de FN -es mi opinión ahora, desde la lejanía temporal-, lo que le empujaba a la “lucha” emprendida con su “Movimiento”, era solamente lograr más notoriedad de la que por su profesión -Notario- gozaba y la necesidad personal de mostrar al Mundo su hombría; su valentía de pecho hinchado.
Pero, don Blas Piñar no fue el único pecador; en la tribuna que estaba a mí espalda, estaban don José Antonio Girón de Velasco (ex ministro de trabajo de Franco), don Raimundo Fernández Cuesta (ex ministro y Jefe Nacional de Falange) don Juan Sánchez Díez (Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista) Don Luis Peralta España, estas cinco personas, más la Confederación de excombatientes eran aceptadas como jefes naturales de todos los españoles que nos juntábamos en la plaza de Oriente, cada 20-N, y de todos aquellos que por lejanía o por otros motivos no podían estar; de ellos, ilusionados, esperábamos algo; algo más sólido y duradero que lo que nos daban ese día tan patriótico, pero de tan escasa duración.
Esas personas, las que creíamos que serían el estandarte en la lucha política, nos engañaron, ya que a ellos, por los resultados recogidos, no les importaba nuestro deseo de conservar, con proyección a futuro, la esencia del régimen nacido del Movimiento Nacional de 1936, a ellos simplemente les bastaba con el baño de multitudes que cada 20-N, se daban en lo alto de la tribuna montada para colmar sus apetencias personales de notoriedad y, al día siguiente, nada de nada; el silencio más profundo. Y, así, de manera tan lamentable cada año que ha ido pasando desde noviembre de 1975, el fervor patriótico de los españoles afines a lo que represento aquel Movimiento para España, como el éter, se ha ido evaporando hasta quedar convertida la fecha 20-N, en una romería a la que acuden unos pocos nostálgicos, que seguramente este año, la mayor parte de ellos votará al PP.
Sí, entonces nos traicionaron y, al mismo tiempo, traicionaron a los miles de españoles que defendiendo a España, murieron en el frente de batalla; traicionaron a los que cobardemente asesinaron contra una valla cualquiera, en la retaguardia roja; traicionaron a los fusilados de Paracuellos; traicionaron a los que fueron asesinados por el solo hecho de ser católicos… a España; a la Falange; a la Tradición… y a unos cuantos españoles, militantes de Fuerza Nueva y de Falange, que por creer en ellos, perdieron sus puestos de trabajo; se rompieron sus matrimonios y familias; a los que por ser militantes de Fuerza o Falange, estuvieron en la cárcel o murieron, amén de quienes por vivir en las Vascongadas, han estado en el centro de la diana etarra.
Y, ahora, viene don Blas Piñar, a pedirnos que nos abstengamos de votar. ¿Con que autoridad se permite dirigirse a nosotros? ¿Quién es él, que desmontó, por miedo personal, Fuerza Nueva, para pedirnos nada? Nosotros, don Blas, los irreductibles, ya sabemos lo que debemos hacer, sin necesidad de sus consejos. No siga, ya nos hizo entonces mucho daño; déjenos en paz. Su liderazgo ha rebasado la fecha de caducidad.
Por todos los que dieron su vida por alcanzar una España mejor; por Francisco Franco y por José Antonio, hoy, 20 de noviembre de 2011, elevo mis oraciones en homenaje de gratitud.
3 comentarios:
Esplendido
Muy bien explicado mucha gente heso se lo lleva guardando muxo tiempo.
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