El Sésamo, sin Aladino.

Es posible que el expediente fuera recibido tiempo atrás, y estudiado a fondo por los funcionarios del ministerio de Industria, y, por las razones expuestas por el solicitante, Victorino Alonso, se le hubieran concedido dos subvenciones que, unidas, alcanzaron 137 millones de euros. ¡Ciento treinta y siete millones de euros! De los de verdad, no de los del Monpoly.

Esta subvención, vista así, teniendo en cuenta que ha sido concedida por el aun gobierno socialista, podría parecernos simplemente una gran subvención, concedida a un empresario, con el fin de que sus empresas pudieran seguir funcionando, y que el pobre hombre no se viera en la necesidad de poner en la calle, verbigracia paro, a parte de sus empleados/as. Pues, no. La subvención ha sido concedida a este empresario minero, porque ve a cerrar dos minas de carbón.

Victorino Alonso García es leonés de nacimiento, como el presidente memo que se nos va y, además, son amiguitos del alma. La jugosa subvención es de reciente entrega, en estos momentos en los que esta “banda”, está en, por lo que estamos viendo, malas funciones. Y ¿a quien se le da? A un individuo que tiene un currículo de actividades “dudosas”, que se salen del papel. Llama la atención que en 2000, no pagara los sueldos de los obreros hasta recibir las ayudas pactadas con la administración. En 2010, el Tribunal Supremo le condenó a pagar a Unión Fenosa 14 Millones de euros, por vender, a la eléctrica, carbón de baja calidad.

El personaje es una joya; como don Juan Tenorio, “por donde quiera que fue, amarga memoria dejó”. El muy sinvergüenza hacía chantaje, según se dice, al gobierno, para que le mandase las ayudas económicas, no pagando el sueldo a los obreros. A lo largo de su actuación personal en las empresas, pues la cosa le viene de herencia, ha sido investigado por los ministerios de Industria y Hacienda y, ahí está el amiguito del memo, tan pancho. 

Queridos camaradas, amigas y amigos que os tomáis la molestia de leerme, esto es la Democracia. Y  ¿qué es la Democracia? me pregunto a mí mismo cada mañana mientras me ducho. No lo sé; a veces me parece una gran mierda, de la que come un gran puñado de moscas cojoneras que apenas nos dejan estar en paz, cumpliendo con nuestras obligaciones profesionales y familiares. Otras veces me parece que es el Sésamo, sin Aladino, de donde una gran manada de salteadores, con derecho de pernada, se lleva a manos llenas la riqueza que todos nosotros, los trabajadores en activo, y los que lo fueron; los empresarios y autónomos creamos todos los días, dejándonos la salud, algunos, y el patrimonio, todos.

Esto, habría que quebrarlo; es necesario, cuanto antes, que hagamos algo que nos dignifique; no puede ser que “esto” sea el porvenir que nos espera a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos. Si lo dejamos pasar, sin más; si lo único que se nos ocurre hacer es quejarnos, sin más; si nos amorcillamos, sin más, llegará el día que no seremos nada.