Pido perdón, a quien considere que me repito, por volver a tocar el tema de la juventud; pero es que oyendo a algunas personas se me alborota y subleva la sangre llegándome a la cabeza y al corazón a una temperatura que me hace bufar como el Cancerbero a la puerta del Hades. Me escuece en lo más profundo de mi humanidad que la gente diga, porque es políticamente correcto, que tenemos los mayores la obligación de dejar la parva trillada y el grano bien aventado para que los jóvenes, que es lo mejor de cuanto tenemos, se encuentren la labor hecha: la paja en el pajar y el grano en el granero, para que sin el peligro de quebrarse, solamente tenga que hacer el esfuerzo de llegar y disfrutar de la herencia, a costa de nuestras encorvadas espaldas.
Me jode en profundidad, como ya he dicho, porque no entiendo que a los jóvenes no se les haga partícipes de su futuro; y aún me jode más que ellos se avengan a este presente, fotografía a todo color de lo que será su futuro. Como cualquier hijo de vecino, yo también fui joven. Desde los once años aprendí a ganarme la comida dignamente con mi trabajo. Ahora, con la libreta cerca del final, mi dignidad no me permitiría sentirme plenamente satisfecho como ser humano, si mi situación económica, en el caso de que fuera holgada, se debiera al cobro de la herencia de una tía narcotraficante, que para mayor inri, ni siquiera conocí en vida. Sin intentar colgarme una medalla, nunca a lo muy largo de mi vida he pedido que me regalaran un pescado para poder comer, y si he rogado que me enseñaran a pescarlo.
Los españoles estamos asistiendo a una pugna entre el ministro de Educación señor Wert, los sindicatos (las lombrices necrófagas) y la gran mayoría de los políticos actuales, más cerca del analfabetismo que del parvulario, porque el ministro, viendo cómo andan nuestros universitarios, ha entendido, con muy buen criterio, que la nota para alcanzar una beca, sea del 6´5. ¡Hasta desde su mismísimo partido le han echado los perros! Normal; a esta jauría no le interesa la excelencia. A esta jauría lo que le interesa y busca con ahínco, es crear una sociedad dócil y sumisa que admita ser llevada y traída a capricho, sin capacidad de respuesta inteligente.
Solamente una sociedad en paupérrima situación intelectual (resultado de las casi cuatro últimas décadas) puede aceptar sin rechistar que personajes punto más que iletrados, hayan llegado a presidir el gobierno de España. Gobiernos donde triunfaron personajes sonrojantes de la incapacidad intelectual de José Blanco, María Teresa Fernández de la Vega, José Montilla, Leire Pajín, la señorita Bibiana Aído y un largo etc., que por aburrido obvio con gusto seguir enumerando.
Cuentan que alguien hablando con José Montilla le dijo:
- Chico, me he pasado toda la mañana con el pinganillo hablando y hablando…
A lo que Montilla contesto:
- Pues, yo he intentado muchas veces hablar con el pinganillo, pero no me da conversación; si acaso algunas veces, parece que quiere estirarse; pero ni una palabra.
Me jode en profundidad, como ya he dicho, porque no entiendo que a los jóvenes no se les haga partícipes de su futuro; y aún me jode más que ellos se avengan a este presente, fotografía a todo color de lo que será su futuro. Como cualquier hijo de vecino, yo también fui joven. Desde los once años aprendí a ganarme la comida dignamente con mi trabajo. Ahora, con la libreta cerca del final, mi dignidad no me permitiría sentirme plenamente satisfecho como ser humano, si mi situación económica, en el caso de que fuera holgada, se debiera al cobro de la herencia de una tía narcotraficante, que para mayor inri, ni siquiera conocí en vida. Sin intentar colgarme una medalla, nunca a lo muy largo de mi vida he pedido que me regalaran un pescado para poder comer, y si he rogado que me enseñaran a pescarlo.
Los españoles estamos asistiendo a una pugna entre el ministro de Educación señor Wert, los sindicatos (las lombrices necrófagas) y la gran mayoría de los políticos actuales, más cerca del analfabetismo que del parvulario, porque el ministro, viendo cómo andan nuestros universitarios, ha entendido, con muy buen criterio, que la nota para alcanzar una beca, sea del 6´5. ¡Hasta desde su mismísimo partido le han echado los perros! Normal; a esta jauría no le interesa la excelencia. A esta jauría lo que le interesa y busca con ahínco, es crear una sociedad dócil y sumisa que admita ser llevada y traída a capricho, sin capacidad de respuesta inteligente.
Solamente una sociedad en paupérrima situación intelectual (resultado de las casi cuatro últimas décadas) puede aceptar sin rechistar que personajes punto más que iletrados, hayan llegado a presidir el gobierno de España. Gobiernos donde triunfaron personajes sonrojantes de la incapacidad intelectual de José Blanco, María Teresa Fernández de la Vega, José Montilla, Leire Pajín, la señorita Bibiana Aído y un largo etc., que por aburrido obvio con gusto seguir enumerando.
Cuentan que alguien hablando con José Montilla le dijo:
- Chico, me he pasado toda la mañana con el pinganillo hablando y hablando…
A lo que Montilla contesto:
- Pues, yo he intentado muchas veces hablar con el pinganillo, pero no me da conversación; si acaso algunas veces, parece que quiere estirarse; pero ni una palabra.