Frank Van Den Bleeken, de 52 años, golpeó brutalmente, violó y asesinó a Christiane Remacle, de 19, en un bosque de Amberes durante la noche de Año Nuevo de 1989.
Un violador y asesino preso en Bélgica desde hace treinta años pide se le aplique la eutanasia porque sabe que si algún día le dejaran en libertad, volvería a cometer los mismos delitos.
Esa es la noticia, y esa es la verdad que envuelve al violador. Esa es la verdad que los políticos, con su escasa capacidad intelectual, se empecinan en no querer aceptar. No hacen caso de los profesionales, psiquiatras, sicólogos y sociólogos que no se cansan de decir que el violador no tiene cura ni reinserción porque, en primer lugar su actividad delictiva no es enfermedad, y en segundo lugar no se reinserta porque esa actividad es natural en su personalidad.
Pero la noticia tiene en si un ejemplo, que la administración de justicia de esto que han dado en llamar país debería tener en cuenta, para no actuar tan alegremente en conceder privilegios a toda clase de delincuentes, especialmente a terroristas y a violadores.
Este ciudadano belga, Frank Den Bleeken, violador y asesino, lleva treinta años en la cárcel y, las autoridades judiciales belgas solo le dejarán salir para que se le aplique la eutanasia -igualito que aquí.
Y es que aquí, en esto que han dado en llamar país, las cosas son diferentes. Nuestras autoridades del ramo se parten el pecho buscando motivos -si no los hay los inventan- para poner en la calle a delincuentes peligrosos, importándoles un pijo las consecuencia que eso nos pueda acarrear a las personas decentes. Ellos están muy alto para que las aguas les mojen. Y es que un buen día, un imbécil con cargo político o judicial se levanta cachondín, y decide, mostrando su lado más humano, poner en la calle a un asesino de ETA, porque el cabrón se esta muriendo. ¡Nos ha jodio! Todos nos iremos muriendo según nos vaya tocando; pero el asesino Bolinaga se pasea jacarandoso delante de las narices de los familiares y amigos de sus víctimas, desde hace dos años, sin darnos la satisfacción de verle estirar la pata.
Cuando todo está podrido en la olla, poco importa que se le añada un poco de mierda. Esto viene al caso, aunque no lo parezca, porque solamente en un país tan falto de justicia, se podría dar semejante caso:"El raptor pide que se investigue si Interior reveló secretos del caso".
Para C. Hidalgo, en ABC, le parece más reseñable como delito el rapto, que la violación y el intento de asesinato cometidos por el despreciable Antonio Ortiz que, en vez de pedir investigación, lo que debería pedir, ya que en nuestro panel de sentencias no esta la pena capital, es que, como al belga, se le mande a Holanda para que se le aplique la eutanasia.
Si la señora Justa -esta que os muestro- se quitara el paño de los ojos, y contemplara el funcionamiento justiciero que se da por estos lares, no es que usaría la espada, sino que se iría a por un cañón.