Ya perdida la esperanza; cuando todo se había vuelto de un color negro zaino, del color que van vestidos los toros de Victorino Martín; llega la ministra de Fomento, doña Ana Pastor, responsable de las obras públicas; de los medios de transporte, aéreos y terrestres; carreteras, caminos y veredas y, tomando una de las olvidadas decisiones inteligentes, a las que nos habíamos desacostumbrado los españoles, va y decide bajar el precio del AVE, un 11%, de manera general y, en ciertas circunstancias, jóvenes, un treinta por ciento, y a precios reducidos, para personas que necesitan viajar a diario, bonos de 10 viajes y, en circunstancias más especiales el descuento puede llegar al 70%.
Esta medida, inteligente donde las haya, solamente se le podría haber ocurrido a doña Ana Pastor (ya dejó muestra de su inteligencia siendo ministra de Sanidad, en el gobierno de Aznar) pues siempre será más rentable, ha debido pensar, que esos trenes de alta velocidad cubran en su totalidad sus plazas, aunque sea a precios más bajos, a que caminen por los raíles raudos, pero tristes, llevando unos pocos viajeros que, apenas con el coste de los billetes, alcance para pagar el desgaste de las suelas de los zapatos del revisor.
Los españoles no estamos acostumbrados a algo así; han sido muchos meses recibiendo patadas en la ingle, que afectaban a sus dos vecinos: subida de todos los impuestos y, hasta recuperar alguno que, rara avis, andaba el hombre por algún sitio perdido; recorte de sueldos a los funcionarios y escamoteo de la paga de navidad; no compensación por la subida del coste de la vida a los jubilados; excarcelaciones vergonzosas de presos de ETA; indultos ¡demenciales! a asesinos sobre ruedas, a los que, no sé porque, se les ha cambiado el indicativo, llamarles Kamikazes; suave pasar la mano sobre el lomo de los separatistas; desatención a las víctimas del terrorismo; todo eso y unas cuantas cosas negativas más, nos han ido recetando, sin el euro por receta, con sabor amargo y, de verdad ¿alguien esperaba de este gobierno una medida positiva de ese calibre? Yo tampoco. Sería como esperar un chiste gracioso en boca de Rubalcaba.
Ahora, a la espera, esperanzada de que el ejemplo cunda entre las huestes de don Mariano y de otros ministerios, haciendo acopio de inteligencia, nos den otras alegrías, aunque sean de diminuto tamaño (ya crecerán) como podría ser... el cese del ministro de Interior, que ya ha demostrado su poco valer para el cargo. Estoy de acuerdo que ese cese en nada mejora nuestra mala situación, pero una alegría es una alegría. El Campeonato del Mundo ganado por nuestros balonmanistas, no ha rebajado la prima de riesgo; no ha hecho descender las cifras del paro; no ha servido para hacer crecer nuestra economía; pero, esa noche, después de disfrutar viendo jugar a España como si en vez de humanos, sus jugadores, fueran ángeles, nos sentó magníficamente la cena y dormimos de maravilla; yo, como un tronco. Pues, eso; al fin y al cabo es solamente un ministro.
A la luz que del cielo vino,
la luz que del cielo viene,
ya, junto al mar, se detiene;
quizá no sabe el camino.
Ya dentro del mar no brilla
Canal sino reflejada
La luz que aún está habitada
Y muere junto a la orilla.
(Luis Rosales)
la luz que del cielo viene,
ya, junto al mar, se detiene;
quizá no sabe el camino.
Ya dentro del mar no brilla
Canal sino reflejada
La luz que aún está habitada
Y muere junto a la orilla.
(Luis Rosales)