El bestialismo va ganando espacio en los seres humanos; tantos siglos civilizándose y cuando parecía que se había llegado al punto óptimo, a la perfección, la prenda se va deshilachando y su interior nos devuelve la fotografía de lo que el ser humano, por refinado que se nos muestre, es capaz de cometer contra individuos de su misma especie; de su misma cultura; de su mismo país.
Estos días los medios de comunicación nos hablan y nos muestran fotografías de la barbarie llevada a cabo por seguidores del presidente sirio Bashar Al-Assad, contra personas a las que acusan de ser oponentes, sin respetar ancianos, mujeres o niños de corta edad. Justificar el asesinato indiscriminado de civiles desarmados a manos de milicianos afines al régimen oficial, no dejaría de ser una frivolidad macabra, solamente al alcance de gente reminiscente de la nomenclatura soviética.
Los países occidentales, y todos aquellos del resto del Mundo, que creen en la Justicia, no deberían permitir que ese genocida continúe ni un día más ejerciendo de matarife. ¿Cuántos miles de asesinatos han de producirse antes de que la OTAN, esta vez muy apoyada, invada Siria y de muerte a ese asesino que diariamente se “baña” en la sangre de los más inocentes, sin que los demás sean culpables: los niños. Hace más de cincuenta años John F. Kennedy, presidente de los EEUU, metió a la Unión Soviética el miedo en el cuerpo, oponiéndose, con la fuerza de sus ejércitos, al establecimiento de grandes proyectiles en las selvas cubanas. Bashar Al-Assad no es Kruschev, ni Siria es la URSS.
No es suficiente que se vayan los embajadores y se expulse a los embajadores sirios, eso no blinda la vida de las próximas víctimas. Ya, se impone la presencia de tropas que sirvan de disuasión, en un primer paso, y si la simple presencia no surte efecto… ¡Invasión y Muerte al sátrapa asesino!
¿Qué es lo que a estos monstruos les señala para que alcancen tan altas cotas de poder? ¿Qué brebaje destila el poder que es capaz de dotar de tanta maldad? ¿Duermen tranquilos, sin remordimientos? ¿Les es posible lograr una erección y consumar el acto sexual, sabiendo de la matanza de la que son responsables?
Estos días los medios de comunicación nos hablan y nos muestran fotografías de la barbarie llevada a cabo por seguidores del presidente sirio Bashar Al-Assad, contra personas a las que acusan de ser oponentes, sin respetar ancianos, mujeres o niños de corta edad. Justificar el asesinato indiscriminado de civiles desarmados a manos de milicianos afines al régimen oficial, no dejaría de ser una frivolidad macabra, solamente al alcance de gente reminiscente de la nomenclatura soviética.
Los países occidentales, y todos aquellos del resto del Mundo, que creen en la Justicia, no deberían permitir que ese genocida continúe ni un día más ejerciendo de matarife. ¿Cuántos miles de asesinatos han de producirse antes de que la OTAN, esta vez muy apoyada, invada Siria y de muerte a ese asesino que diariamente se “baña” en la sangre de los más inocentes, sin que los demás sean culpables: los niños. Hace más de cincuenta años John F. Kennedy, presidente de los EEUU, metió a la Unión Soviética el miedo en el cuerpo, oponiéndose, con la fuerza de sus ejércitos, al establecimiento de grandes proyectiles en las selvas cubanas. Bashar Al-Assad no es Kruschev, ni Siria es la URSS.
No es suficiente que se vayan los embajadores y se expulse a los embajadores sirios, eso no blinda la vida de las próximas víctimas. Ya, se impone la presencia de tropas que sirvan de disuasión, en un primer paso, y si la simple presencia no surte efecto… ¡Invasión y Muerte al sátrapa asesino!
¿Qué es lo que a estos monstruos les señala para que alcancen tan altas cotas de poder? ¿Qué brebaje destila el poder que es capaz de dotar de tanta maldad? ¿Duermen tranquilos, sin remordimientos? ¿Les es posible lograr una erección y consumar el acto sexual, sabiendo de la matanza de la que son responsables?