lunes, 24 de junio de 2013

INVENTADO POR LOS MEDIOCRES.

Después de treinta y ocho años ya iba siendo hora de que saliese alguien diciendo que el edificio (que viene a ser la Democracia) construido por gentes sin cultura unos y sin escrúpulos otros, con retales de sus bastardas ideologías; ensamblados en beneficio de sus propios intereses (así como el doctor Frankenstein hizo con su monstruosa criatura), no tenía más remedio que ser de infame calidad, desde los cimientos a la fachada. Dicen los lumbreras de nuevo cuño que se tambalea agrietado por todas sus partes y que empieza a resquebrajarse, estando en estos momentos a punto de estallar por sus mal cosidas costuras; señal inequívoca del deterioro que lo encamina a pasos agigantados a su deseable total destrucción (Amen); como si alguna vez hubiera tenido algún merito arquitectónico.

¿Qué se va a venir abajo el edificio (la Democracia)? ¡Falso como un duro de plomo! Los que ahora vaticinan su caída, están sumergidos en un tremendo error. Los intereses de la clase política asentada cómodamente en el primer mundo jamás lo consentiría, porque hacerlo sería reconocer que la Democracia Inorgánica, sancta sanctórum del “buen hacer de la política” con que se gobierna, es un bluf inventado por los mediocres de medio pelo para hacerse ver importantes, lo que no consiguen por mucho que se empeñen.

Hacía falta estar ciego como los vendedores de los cupones de la ONCE, para no haber visto en tanto tiempo que el edificio que proclamaban Palacio, es un simple burdel de mala catadura (lleno de piojos y pulgas que pican, que joden), que amenaza ruina desde la postura del primer ladrillo.

No me queda más remedio que reconocer, por mucho que me duela, la buenísima voluntad de quienes tildan de edificio lo que apenas es una simple y destartalada chabola. Una chabola mierdosa, maloliente y podrida de miseria, habitada por miserables -de los tres sexos- de la peor especie. Una chabola edificada con mierda, como las infraviviendas que los aborígenes sudafricanos edifican con el estiércol de los animales que pastorean.

Pero, serénense vuestras Mercedes, señores políticos españoles de toda laya, que en Europa tienen poderosos padrinos; los nervios no son buenos compañeros de viaje. La opinión de unos pocos que ahora ven los que otros vimos desde el principio, por muy respetable que sea, no la admitan vuestras Mercedes como un diagnostico indiscutible; hagan como hicieron con la famosa crisis: tapen, tapen y vuelvan a tapar. Piensen, y díganlo alto, fuerte y claro para que les sigan creyendo los imbéciles que de ordinario pastorean hasta llevarles como ovejotes a que introduzcan sumisamente la papela en las urnas. Háganles ver que los edificios pueden venirse abajo por infinitos motivos (por estar mal planificados y peor realizados; o por una gran avenida de agua llegada desde las montañas; o por un terremoto; o por un maremoto; o por un bombardeo y hasta por el choque criminal de un avión); pero el que ustedes construyeron, al estar incapacitados para hacer algo mejor, por ser una mierda (perdón por el escatologismo empleado), aunque se den todas las desgracias enumeradas, estará por siempre ahí; perenne e inhiesto por los siglos de los siglos, porque el único daño que esta sufriendo es el que le infligen las moscas con sus asquerosos lametones.

Lo que salió del aquelarre político con la denominación de origen “La transición a la Democracia”, como la Torre de Pisa, por mucho que se incline…

Hoy daré descanso a las señoras, señoritas y señoritos prostitutas/os.

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