La palabra Democracia, en todas sus variantes conocidas, dejando hueco por si se descubren otras variantes, es la llave de todas las cerraduras del sistema. También se ha convertido en una especie de “cinta americana” que veo “delante mío”, “detrás mío”, “al costado mío” gentes de ambos sexos que se van envolviendo en ella, la Democracia, con cara de gran satisfacción, mientras cantaban, “Democracia de mi amor, cuanto te quiero yooo ¡chin pun!”. ¡Que alegría! !!y que jolgorio!! Parecía como si cada una y cada uno de ellos estuviera gozando de un inacabable orgasmo.
-Hoy -empezó a contar un demócrata de tomo y lomo a un amigo- democráticamente he comido con mi mujer, democráticamente, lo que a cada uno, democráticamente le ha apetecido, en un restaurante peruano próximo al despacho, por cierto, muy bien, y hemos pagado democráticamente y democráticamente nos hemos ido.
-Escucha ¿no crees que usas demasiado a la Democracia en tus conversaciones?
-¿Yo? Puesss no, democráticamente te digo que no creo, palabra de demócrata, que yo use a la democracia por encima de lo que democráticamente se considera democrático en un país cien por cien democrático.
-De verdad ¿de verdad, democráticamente hablando consideras, como buen demócrata que eres, que no te excedes democráticamente en el uso de la Democracia?
-Verás, mi muy democrático amigo, escucha democráticamente y luego, si democráticamente crees que estoy democráticamente confundido, me corriges, eso sí, utilizando una de las más democráticas de las maneras. Verás -democráticamente me repito- ¿es democráticamente cierto, que democráticamente no crees que para contarme democráticamente que estuvisteis democráticamente comiendo en un restaurante, y que después de pagar democráticamente, democráticamente os fuisteis democráticamente cada uno a vuestras democráticas obligaciones, has citado cinco democráticas veces a la Democracia.
-¿Cinco veces? Pues democráticamente te digo, siempre que democráticamente me lo permitas, lo que sería un hecho súper democrático, que, llegando a casa, saludando democráticamente al portero, ¡sería un acto innndemocrático no saludar a la vecina del primero derecha, una mujer demócrata que te cagas!, estudiare lo que te he contado, pero para ver si me he quedado corto.
Cinco veces… ¡que ridiculez! Demo…mo mo… ¿Dónde la pongo yo?
Eloy R. Mirayo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario