miércoles, 3 de septiembre de 2025

DELITO DE INJURIAS.

Es lo mismo; ¡qué más da! Da igual el lugar, el momento, la hora, si de día o de noche, la estación del año, frío gélido o infernal calorina, sequía pertinaz o lluvias torrenciales, que fuera en lo que pudiéramos estar que, si alguien ofreciera celebrar un plebiscito en la totalidad del Estado, en el que se preguntara si es o no es “hijo de puta” Pedro Sánchez, viendo lo que ven diariamente nuestros ojos, seguro que el resultado sería un grandísimo triunfo de participación, y un resultado cien por cien a favor de la moción y cero por ciento en contra.

Quizás, no quiero parecer absolutista, pero seguro que, solo saliendo de la garganta de la Iglesia Apostólica Romana, haciendo uso de su Divina bondad -lo que daría gustirrinin a los obispos-, podría ser la voz en oposición. Pero… la Iglesia no está para estas cosas de la política. 


¿Es puta esa madre? Sinceramente creo que no, lo que no es óbice que impida que él -Pedro- haya ido “creciendo” cada día una buena porción en su hijoputismo hasta alcanzar el grado de ¡grandísimo hijo de puta! Para la exacta medición de quienes le insultan.

Se ve, presencial o por la tele, campos de futbol llenos de aficionados, 

pero no es sólo en el fútbol, que también se escuchan en festejos patronales en capitales de provincias y todo tamaño de pueblos, conciertos en locales cerrados y otros al fresco -¡y hasta clandestinos!-, multitudinarios actos callejeros, en reuniones familiares y hasta en absoluta soledad los hay que se les escapa la poco amable oración gramatical: ¡Pedro Sánchez es un hijo de puta! “La democracia es el triunfo de la mayoría” eso es lo que dicen los Papas del sacerdocio democrático.


¡Aaah! pero ese grito: “Pedro Sánchez hijo de puta”, brotado dolorido desde lo más profundo del fondo de sus muy dañadas entrañas del noventa por ciento de los españoles, entre los que yo me incluyo, lejos de ser aceptado como un derecho democrático adquirido, basándonos en los principios de la mayoría, resulta que, para los serviles medios de información, lacayos muy bien “engrasados” del sujeto en cuestión, es “un delito de injurias”, policial y judicialmente perseguible… no por mucho tiempo. Ya lo veréis ¡coño! Si, pero que nadie se olvide, llegado el momento, que el “Verde”, es el color de la esperanza.

Eloy R. Mirayo.