Eso es en lo que debe estar doña Isabel Díaz Ayuso, respecto a casi todos sus “ovejientes” compañeros de partido
que presiden el resto de autonomías que están en las temblorosas manos del PP. No hay que excluir al presidente nacional, señor Feijoo, que por la decisión valiente de la señora Ayuso, se ha colocado temeroso de semiperfil, para pasar desapercibido, mientras alguien, el mejor guionista de Génova,
le encuentra un buen qué decir sobre ese “escandaloso” comportamiento (¿a quién se le ocurre hacerle al “chulo del Ramiro” el feo gesto antidemocrático de una butifarra de gran tamaño?), y se lo pone en la mismísima boca, para que ni siquiera se le descoloque un rizo de su muy cuidada cabellera.
Para mi está claro, aunque no es de mi cuerda -Yo voto a VOX-, que esta señora debe tener en su organismo algo muy parecido a un par de cojones que serían groso modo, del tamaño de los del legendario caballo del general Esparteros.
Ese discurso utilizado por autoridades del PP: “comprendemos la decisión de la presidenta Ayuso, después de los insultos recibidos, renunciando a la invitación de acudir a La Moncloa, que le hizo Sánchez”, es absolutamente falso, igual que la sonrisa generalizada que lo acompaña. Otra vez la “cúpula” deja a Isabel Díaz Ayuso a las pezuñas de los asnos rojos… no insistan, ella es mejor que todos ustedes.
Mal estamos, me repito a mí mismo viendo y escuchando las opiniones que la casi totalidad de la gentuza que conforman las cuadras de tertulianos de las teleputas y radioputas sostienen, babeando veneno, en contra de la decisión de desprecio a Pedro Sánchez, tomada, de pleno derecho, por la señora Ayuso, como presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Si, estamos mal; pero mucho peor de lo que, ya hundidos moralmente, tienen asumido la mayoría de los españoles, sin discriminación de sexo, ideales políticos o credos religiosos, todos juntos, viéndolos imperturbables, insensibles, inmóviles y silentes, asistir al intento de linchamiento que el gobierno sanchista en pleno, asquerosas sanguijuelas del erario público, de alguien que se defiende poderosa, con muchas bazas a favor, no solo en su versión política, que también como ser humano. Ojalá sirviera de ejemplo.
Eloy R. Mirayo.
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