martes, 15 de diciembre de 2020

YA NI PARECE SORPRENDER A NADIE.

Cada día va siendo más difícil encontrar un nuevo motivo de crítica a este gobierno socialcomunista. Se les escucha hablar (bueno... como ellos se expresan), al presidente o a cualquiera de su estado mayor y no se encuentra en sus discursos una novedosa maldad que no haya sido perpetrada con anterioridad. La bien argumentada crítica en los medios de comunicación que no han sido "beneficiados" por la propaganda institucional, a pesar de su veracidad, lo cierto es que para el ciudadano que les sigue, es posible que le empiece a sonar como el Bolero, de Maurice Ravel: muy monótona. 

No es culpa de esos esforzados -y hasta perseguidos- medios de comunicación que siguen con vocación didáctica denunciando cada uno de los despropósitos, barbaridades, cacicadas y gilipolleces a granel que últimamente se han venido cometiendo diariamente en este país, España, por políticos envanecidos por el Poder, sino porque desde hace un tiempo, se están quedando sin labor distinta de la que se ven obligados a seguir manejando, porque quienes nutren de ese imprescindible "material", no producen absolutamente nada, por haber dejado devastado el horizonte de posibles nuevos despropósitos, barbaridades y cacicadas. Las gilipolleces... No; son consustanciales con su personalidad.

No cabe duda de que eso es un asunto que por su rareza dentro del núcleo europeísta, debe estar siendo estudiado en profundidad y firmeza, con el ojo vigilante y con las propias herramientas: el compás y la escuadra, en la Sede Central de la Unión Europea. 

A los españoles no nos queda otra que esperar a lo que nos venga del otro lado de los Pirineos. 

Si por fin lo que llega de las frías tierras es la limosna que nos ha concedido la Unión Europea... Al menos nos alegrará el animo saber que pronto veremos nuevos millonarios que sin conocimientos laborales, industriales o científicos que pudieran servir de aval a su riqueza, lo habrá logrado "con los magros ingresos que da la política".

Lo de aquí, ya ni parece sorprender a nadie ni, por lo que estamos viendo, llega a cabrear seriamente a alguien.

Quizás sea, digo yo, que los españoles y españolas además de la anual contra la Gripe, estamos vacunados -sin derecho a decir, ni pío- contra los ataques a los más naturales derechos y principios; contra las prohibiciones y vetos; contra garrulas cacicadas; contra hijoputicas cabronadas; y hasta contra las múltiples mariconadas y soplapolleces que han de soportarse por haber encendido ciertas pantallas televisivas o por conectarse con ciertas emisoras de radio de las que han sido debidamente engrasadas por las subvenciones del Gobierno o a través de la publicidad institucional.

No creo que decir que este gobierno, con su irregular proceder (no sé si habrá tribunales que lo lleguen a juzgar) ha terminado con su capacidad de crear nuevas nocivas anormalidades, sin quitar vigencia a las ya establecidas, sea una exageración mía, alejada de la realidad. Lo único que a estas alturas vemos que hace, en ese sentido, es engordar las  barbaridades que ya ha cometido. No; no voy a poner ningún ejemplo, porque son tantos que solamente pensar en traer uno, me da la risa nerviosa. 

Todos las tenemos bien presentes en nuestra memoria e insisto: sería una grandísima pena no encontrar un tribunal que en un futuro próximo, llegara a cuantificar y calificar la actuación de este gobierno, "colocando" a cada cual en el lugar que le corresponda, de acuerdo a su participación.

 Jesusito de mi vida ¡Que llegue antes de que se cepillan malamente a la Justicia!.

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No es bueno dejar sin acusar recibo: el candidato a la presidencia del Club de Fútbol Barcelona, el señor Juan Laporta, ha colocado cerca del Estadio Bernabéu un cartel propagandístico con su fotografía. Así es su estilo; ese es el "hierro" en su anca: escandalizar (¡teniendo aquí este gobierno!). Pero el tiro le ha salido por la culata. Mira, Juanito, Madrid es así: puerto abierto que con el cariño que se merecen, recibe a los españoles de otras provincias, sin condiciones previas y sin pedirles renuncias, que quieren venir a visitarnos, o que desean residir aquí. Y también los madrileños, educados en esos buenos principios, somos respetuosos con los animales, motivo por el que, con las lógicas diferencias, recibimos igual a las personas que a los animales.  

Eloy R. Mirayo.


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