jueves, 26 de noviembre de 2020

INOLVIDABLES FIESTAS NAVIDEÑAS.

 Los españoles que tengan la enorme suerte de ser invitados a cenar en casa ajena (quizás hasta puede que caiga una gamba), esta Noche Buena, como la Cenicienta, con cuidado de no perder un zapato en la carrera, que nadie se lo devolverá, a las doce de la noche han de salir a uña de caballo hacia sus casas, donde se han de encontrar cuando el reloj gubernativo emita el sonido de la campanada que indica la primera hora del día 26 de diciembre y la apertura del Estado de Sitio. Algo que a expensas de que a algún lumbreras no les parezca "demasiada libertad", se repetirá, como calcado, llegado el fin de año.

Es lo que se nos permite -eso y cagarnos por lo bajinis en la madre que parió a... Vaya usted a saber ¡Que cada cual escoja!- este ocurrente gobierno socio-comunista y sus zurrapas: aceptar un restringido número de familiares en nuestra casa, para disfrutar con ellos de estas próximas, que serán inolvidables, fiesta navideñas. 

Ah; pero sin pasarnos de un máximo de seis los que estemos con el tenedor y el cuchillo en la mano  alrededor de la mesa, amenazando al cochinillo -no sé si cuenta el gato- teniendo que atacarlo con rapidez al tener el tasado horario: a las doce horas, después del aburrimiento televisivo al que anualmente estamos sometidos desde hace muchísimos años, los "visitantes" tienen una hora para dejar las calles de ciudades, pueblos y villorrios de este país, frías, solitarias y absolutamente silenciosas, como un hospital robado, pero muy vigiladas por policías y guardias civiles con el bolígrafo y las amenazantes libretas sancionadoras en mano, a la caza de remolones.

Seguro que tanto los policías como los guardias pensaran que mejor labor harían para ellos y sus familias estando en sus casas celebrando la Navidad como Dios manda.

Se ve que, sin vergüenzas, no les ha parecido suficiente lo que nos han venido haciendo desde el pasado mes de marzo -lo que muchos benévolamente llaman cabronada- que también han decidido jodernos la vida familiar obligándonos a tener que elegir entre los familiares que han sido habituales durante décadas, los que puedan hacernos compañía, rechazando al resto. 

Ya me gustaría tener un ventanuco por el que poder ver con cuantas personas celebran la Navidad muchos de estos "autoritarios" -lo que no les hace autoridad- a los que nadie les va a fiscalizar. 

¿Os podéis imaginar...? Pedro Sánchez "El Cuerpo"; con su natural anatómico meneíto sandunguero -sueño erótico de alguno de sus ministros- bailando al son de "¡Que viva España!" en la españolísima voz del difunto Manolo Escobar. Con una copa de carísimo Champán francés -paga el pueblo soberano- en la mano, con un gorrito de papel y soplando repetidas veces un "mata suegras" en la entrañable compañía de ¿sus padres...? ¿De sus suegros...?.  Porque adaptándose a sus propias medidas de protección con las que nos mima a los españoles, debería escoger, pues si el, su mujer y sus hijas son cuatro... 

Dejando a un lado lo que simplemente es "Ciencia Ficción", como "Ciencia Ficción"  sería el esperar que alguna autoridad fuera a casa de algún ministro -que algunos pudieran tener en la cabeza- a descubrirle en la delicadísima tarea interpretativa de ofrecer un concierto de zambomba a dos manos, a algún afectivo prójimo que lo estuviera placenteramente recibiendo con sumo gusto, cómodamente tendido.

 Pero lo que sí es cierto y verdad es que lo que no les va a pasar a "ellos", sí pudiera ser que les pasara a alguna familia numerosa que harta de que esta singular democracia, uno a uno, si no todos de un trago, se les está comiendo sus derechos más naturales y, ante la prohibición parcial del derecho al trato y al contacto familiar, decidiera festejar la Noche Buena con absoluta normalidad, como se ha hecho toda la vida, la música indiscreta saliendo por las rendijas "avisara" a la autoridad competente, y se viera fuertemente reprendida; obligada a desmontar el festejo, y a ir ahorrando para hacer frente a las consecuencias económicas que, como si todos cobrásemos sueldos como los del señor Archiduque de Galapagar y sus Tierras de Campos, el señor Iglesias y su compañera. Consecuencias que enseguida ponen en unidades decenas o centenas de números por delante de los temibles tres ceros.

Esa noche este menda va a estar más parao que la momia de Tutankamón. 

Eloy R. Mirayo.




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