lunes, 3 de febrero de 2020

RESPUESTAS MUY VARIADAS.

Bello, fino, delicado, educado, amable, discreto y elegante; el ministro Ábalos, es de más valor que un diamante.

Bello; se comprueba con el mínimo esfuerzo de mirarle. Fino, delicado y educado, no hay más que escuchar la suave cadencia de su voz y el atinado uso de la gramática con que se expresa en sus discursos. Amable; está apreciable a la vista que todos quisiéramos ser tratados en su humana cercanía. Discreto; ¿acaso es necesario extenderse en explicaciones que lo afirmen más que sus propias declaraciones (van cinco diferentes versiones) ofrecidas por él, respecto al incidente del avión venezolano? Su difuminada figura pasó y se paseó casi desapercibida en compañía de la, según la ONU, asesina vicepresidenta de Venezuela. Elegante; ¿qué decir de su elegancia que más le acerque al "dandy" Beau Brummell?

Y, no es porque yo lo diga, sacándolo de mi semi analfabeto cerebro que, sin la menor de las dudas, me daría razón el ministro de Interior, el señor Grande-Marlaska, que debe estar contento y muy satisfecho por el periplo que por toda la superficie de Aeropuerto de Barajas, se paseó la "parejita" hispano-venezolana.

Quienes también andarán la mar de contentos con ambos ministros son los mandos policiales de servicio en el aeropuerto, a quienes, no se sabe quién, les ordenó no intervenir, deteniendo a la intrusa venezolana, como es la orden de la Comunidad Europea.

Hay una pregunta que con estos prójimos no va a ser contestada jamás: ¿Por qué y para qué hizo escala en España la tétrica "dama negra" venezolana?. Las respuestas que se escuchan son muy variadas pero ninguna apunta que fuera turística-sexual. Hay quien asegura que el viaje lo justificaban inconfesables intereses nada lejanos a Podemos, y a su opaca financiación que, tanto al nuevo rico Pablo Iglesias y a su compañera como a Maduro les interesa pulverizar. 

Otros aseguran que el viaje de la nada estéticamente agraciada vicepresidenta de Maduro tenían mucho que ver con los turbios intereses chavista-bolivarianos que se esconden disfrazados de lagarterana en algunos bancos españoles, fuera del alcance del embargo ordenado de la Unión Europea.

Eloy R. Mirayo.



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