jueves, 23 de enero de 2020

ESTO YA PASÓ.

Esto ya pasó en 1979, los albores de esta chorizocracia, cuando los dos partidos rojos, recién legalizados, el PSOE, rojo algo desvaído, tirando al tristón rosa, y el PCE, rojo intenso, como la sangre que tiene vertida, y de la que seguirá vertiendo el comunismo por los cinco continentes, aunque bastante acomodaticio en estos indescriptibles para la Razón momentos, por el talante sorprendentemente familiar con el que aquellos chorizócratas (muchos de ellos hijos o nietos de sus víctimas) de los primeros momentos, recibieron con alborozo al partido, a su máximo cabecilla, el Carnicero de Paracuellos, a sus flacos bolsillos y a los de su guardia personal.

Está científicamente demostrado que sí se juntan y amasan entre sí dos mierdas, ya sean perfectamente formadas y estructuradas; blandurrias, fofas o licuadas, lo único que se logra con esa labor es confeccionar una mierda más grande, que jamás dejará de ser una mierda. 

Ese fue para los madrileños las consecuencias de aquella unión, pero hubo bastantes "unionistas" que comieron de aquel pastel hasta el engorde como cerdos por San Martín.

Lo que digo que pasó fue que, durante los años que duró aquello, aunque la cabeza fuera del PSOE, los jodidos intestinos eran los del PCE, que desde siempre han demostrado ser mucho más organizados en la administración del mal que sus desteñidos colegas; lo que no obvia que al final sean igual de dañinos. Conviene recordar que mientras el falsario viejo profesor, siendo el alcalde socialista, se solazaba en el sillón alcaldino, pergeñando alguna de sus gilipollescas proclamas, el comunista Ramón Tamames era quien en realidad regía en el municipio.

Volviendo la mirada a nuestra realidad ¿Qué es lo que puede pasar en estos jodidos momentos a los que nos vemos obligados a vivir? Pues que, este de ahí abajo 

siga paseando su fantasmal palmito sin hacer absolutamente nada (¿que podría hacer él? como no fuera preparar el rosario de las próximas mentiras que intentará colarnos) salvo cobrar la paga, mientras que el hacendado comunista pijo y su pareja sentimental, más rápido de lo que pueda pensar en atajar el brazo fuerte del PSOE: el ministro

Ábalos, sea quien marque la cadencia musical del paso de la oca a los españoles, desde el más principal punto del edificio de la Presidencia del Gobierno; transformado sin réplica en el pequeño Kremlin hispano.

Hace dos años, bastante menos elegante de como el "Mago Andreu", inverosímil, saca de entre unas pocas hojas de un periódico una paloma viva; el apolíneo señor Sánchez sacó, no de la elegante chistera, sino del fondo del repugnante saco de la basura humana, el inverosímil conejo de su presidencia de gobierno. 

Bueno está. Y desde entonces ¡Coño! que alguien me diga que es lo que en ese nada estrecho periodo de tiempo ha hecho con su presidencia que pueda considerarse como algo positivo. No valen los hechos que hayan sido positivos para él; para sus ellos y ellas; para el gremio de asesores y escribientes para ineptos políticos; para los golfos y golfas separatistas, y para los asquerosos políticos herederos y herederas de los asesinos etarras.

Tengo una cómoda colchoneta, blanquísima y con el escudo del Real Madrid, en la que tumbado cómodamente esperaré expectante, pero sin prisa, a que por fin aparezca alguien que buceando tenazmente entre los sucedidos durante esos veinticuatro meses, haya encontrado algo bueno para España y para los españoles, que el señor Sánchez y su coro de

palmeros hubieran sido capaces, de haberlo realizado, sin la milagrosa mano del Altísimo.

Eloy R. Mirayo.



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