jueves, 18 de julio de 2019

¡TODO POR LA CUOTA DE PARIDAD!

Los extremos son todos malos, menos en el fútbol -esto lo podría haber dicho Confucio, pero lo he dicho yo-.

Es una de nuestras mejores y peores características: nos gusta ser extremistas en lo positivo, y nos sale espontáneo en lo negativo, a nivel individual y a nivel colectivo.

Que la especie humana ha funcionado durante miles de años sobre dos escalones de diferente altura y confortabilidad -el superior más confortable el hombre, el otro la mujer- es algo que sólo desde la estupidez más absoluta se puede defender lo contrario. 


Es como si el péndulo del reloj, desde el punto justo que marca la equidistancia, siempre se desplazara hacia el mismo lado; encantado con la hora que marcaba.  

Y es  cierto que aún hoy, la igualdad, dentro de la maravillosa diferencia biológica y estética, de la mujer a nivel nacional y mundial, está por alcanzarse.

Pero de pronto; explosivo y expansivo, en los circuitos neurálgicos del primer Mundo (primer Mundo; 

qué vergüenza) parece que el péndulo, empujado por la idiotez colectiva, sin más razón que el mostrarse falsamente feministas, se sacan de la manga el artículo "de obligatorio cumplimiento, despilfarro a rajatabla la cuota de paridad", independiente a la capacidad para el desempeño exigido.

Lo mismo da, para estos apóstoles de la igualdad cuando sacan inquisidora lupa, 

que el cincuenta por ciento del elenco este cubierto por un grupo de "dedificados" gilipollas, ahí puestos sin mayores exigencias intelectuales que apenas sean capaces de balbucear sus nombres; dejando fuera a señoras muy capacitas; o si la cosa es al revés: "¡Todo por la Cuota de Paridad!".

Además de las feministas desvergonzadas y cerriles que tanto suenan, 

hay señoras -que son femeninas- que haciendo buen uso -como es lógico- de su inteligencia, avisando con mucho tino que las cuotas paritarias sin más, impuestas con autoritarismo, solo benefician a las mujeres que, por las circunstancias que sea, no tienen la  necesaria preparación intelectual o profesional -de preparar a la mujer desde niña, se deberían ocupar los gobiernos- las recomendadas y la que son activas en los partidos políticos. 

Si no tuvieran más razón que una santa 

esas señoras ¿que otra explicación se podría esperar viendo y escuchando las cosas que dice la señora vicepresidenta en funciones?.

Hay que ir a buscar el mérito, que es lo verdaderamente importante; se debe luchar porque allí, en cualquier puesto de responsabilidad, esté la persona, mujer u hombre, más capacitada;  porque eso redundaría en beneficio de todos, sin distinción de sexo.

Lo que no deja de ser llamativo, que no extraño, es ver en estos últimos días como las señoras (Ursula Von Des Leyen, al frente de la Comisión Europea; Cristine Lagarde, al frente del Fondo Monetario; y acercándose, nuestra ministra de Economía en funciones, la señora Calviño, para ponerse al frente del Fondo Monetario Internacional) ocupan -deseémosles éxito- puestos de gran responsabilidad en la alta política comunitaria.

"Si las mujeres mandasen
En vez de mandar los hombres
Serian balsas de aceite 
Los pueblos y las naciones..."

Eloy R. Mirayo.




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