Han demostrado los señoritos y las señoritas de Cs, asistiendo al desfile del orgullo -allá ellos- gay, la enorme carga de gilipollez con la tienen que convivir diariamente.
Mi sargento Sandalio -en el Regimiento 71 de Artillería Antiaérea, en Campamento Madrid-,
nos decía cuando nos salíamos de la línea de mando: "donde no me llaman ¿qué me querrán?". Eso les deberían decir a quienes en representación de Cs, se les ocurrió meterse en barahúnda gay.
La desesperación de ver que su partido político Cs, del que son altos mandos -digo yo-, se vaya peligrosamente desangrando con dimisiones de algunas de sus "gentes importantes" -en la capital y en el resto de España-, habrá sido lo que haya dado paso a que su intrínseca e inestimable cantidad gilipollez, les llevare a pensar que ir a "eso",
sonrientes/as y festivos/as, podría servirle al partido, para encontrar, como en PSOE, gentes que llegado un determinado momento, tras triunfar en unas elecciones (arriesgada hipótesis), pudieran hacerse cargo de alguna de las carteras de un gobierno de Ciudadanos. En estos momentos sería encontrar alguien con quien cubrir esos huecos -de eso de cubrir "huecos" y que se lo cubran, había cantidad de mocitos muy duchos en esa materia, y en ese desfile; incluyendo a políticos de culos receptivos y altos vuelos gubernativos- y, como deberían haber previsto si fuera inteligentes, salieron, cómo salieron -¡ay, si no llega a ser por la Policía!- más corridos que una mona;
tratando de esquivar ser alcanzadas/os por todo lo que, democráticamente les lanzaban, que no eran precisamente flores.
La gilipollez, sin ánimo de insultar, sino de ajustarnos a una demostrable realidad, les impide ver la realidad del "orgulloso espectaculo". Nadie piense que esa bullangua que se paseó por Madrid el pasado sábado,
se movía por la fuerza de la injusticia con que son oficialmente tratados en este país, por su orientación sexual -quizás desorientación sería más propio- negándoseles el "pan y la sal" que los y las heterosexuales, graciosamente estamos recibiendo y disfrutando a raudales. Eso es falso de toda falsedad y desvergonzado descaro.
Si de verdad buscaran dar soluciones, y no montarse unas jornadas de desbragado desmadre absoluto e indiscriminado y locuelo ejercicio sexual, el grotesco, indecoroso, irrespetuoso e impúdico numerito montado aquí en Madrid, lo podrían haber llevado, con todas sus reivindicaciones a países que, inhumanamente, sacrifican la vida a quienes entienden de esa manera su sexualidad como
Arabia Saudí, Irán, Sudán, Yemen, Mauritania, Nigeria, Somalia o en Rusia :"De la aprobación a la persecución: la increíble historia de la homosexualidad en Rusia".
¿Qué hace mucho calor en esos países? En Moscú no hace tanto.
Eloy R. Mirayo.
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