martes, 9 de abril de 2019

SÍNDROME DE DIÓGENES.

Me decía uno de mis camaradas (Remigio, un lejía en la reserva pero, como él dice: "presto al servicio si España me necesita") que suelo citar en estas cuartillas, que el secretario general del PSOE y presidente del gobierno, el señor Sánchez, debe sufrir muy profundamente del síndrome de Diógenes. 

Me lo dijo con tal seriedad, seguridad y aplomo que yo, cándido de mi, le pregunté muy interesado por la salud psíquica de nuestro presidente interino: ¿por qué dices eso? ¿Ha salido en la prensa? 

No; lo digo porque, como todo el mundo sabe, hace más o menos nueve meses, para poder llegar a presidir el gobierno de este país (con estos mimbres el corazón no me permite decir España), suponiendo que aquello que él hace se le pueda denominar así, ha recogido toda la mierda que ha ido buscando -no encontrando- con ahínco de mejor fin, por ahí, tirada de cualquier manera, sin despreciar la escoria sanguinaria: todo hace el número suficiente. Y, como se ha demostrado hace unos días, para sacar decretos, la sigue conservando al fresco, con la intención de asegurarse seguir en el "machito", después de 28 de abril.

Los españoles merecemos, después de tantísimos sobresaltos y sufrimiento algo más... Inteligente; más fresco... menos partidista y más patriótico, en el mejor de los sentidos. Personas con contrastada capacidad de saber hacer las cosas bien; personas decentes, honradas y honestas con el único interés de servir de la mejor manera a España, 

transformado su esfuerzo en beneficios para todos los españoles y asimilados, sin distinciones ideológicas que, como estamos comprobando, nos están resultando tan enconsetadoras para nuestra libertad con sus continuas prohibiciones, como continuaran siendo si la irreflexión nacional triunfa.

Ahora no cabe el decir que no se conocía al "figura que salga", porque el "figura que salga", si es que desgraciadamente, a pesar de los pesares sale quien señalan como caballo ganador en las quinielas, por activa y por pasiva, ya nos ha demostrado de largo lo que pesa, lo caro que nos ya ha resultado por kilos, a donde quiere llegar, en que compañía y, a qué música nos querrá hacer danzar.

El ser más estúpido se puede uno encontrar en esta vida, es a ese cuya única aspiración es llegar a mear más lejos que los demás, como forma de justificar su existencia. Eso, viene a ser como el "Nación de naciones" del personaje que gente muy interesada señala como  futurible para la presidencia del gobierno.

Sabiendo lo que representa la palabra Nación, según nuestro Real Diccionario de la Lengua Española; teniendo en cuenta las muchas consideraciones con las que la política democrática española premia al separatismo -no hay más que ver a dónde nos ha llevado en Cataluña-, lo que resulta extraño es que a esa descabellada opinión de, "Nación de naciones", no se le haya aún concedido, con todo su peso, la denominación de TRAICIÓN a la Nación Española.

Querer transformar el Estado Español en una Nación de naciones, es como la gilipollez del que se sienta en una silla de mimbre entra las vías del tren de alta velocidad, 

a la salida de una curva muy pronunciada, esperando que el maquinista, al verle tan cómodamente ahí sentado, con un whisky and rock en una mano y en la otra un puro, eche el freno, y no le pase por encima. 

Eloy R. Mirayo.



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