Los legendarios pistoleros del Oeste americano, se sentían más importantes cuanto mayor iba siendo el premio que la Ley, ofrecía por su captura. Y se sentían aún más importantes si en el pasquín de busca y captura se decía que se premiaría igual si vivo, o muerto.
A este le llevaron muerto, para cobrar los 5.000 dólares. Que es una manera muy segura de viajar con un asesino.
Les fascina; a los políticos españoles les vuelve locos salir en los pasquines que se pegan por las calles los días de campaña electoral. Son días para la mayoría, de ilusión y sorpresa íntima y presunción al exterior: "Mira Miguelito -le habla a su hijo que está matando marcianitos en su móvil- ese de ahí, el de esa foto, soy yo", señala el padre candidato. "Si nene, el que está colgado en ese cartel es papá". Corrobora la madre".
El niño aburrido, sin entender de qué va la cosa pregunta. "¿Qué haces ahí?".
El hombre protagonista del pasquín, que suele ser un ciudadano absolutamente gris -gris en los estudios; gris en el deporte; gris en el trabajo; gris entre la familia; gris en el grupo de amistad; y gris hasta el bostezo de la compañera, o compañero en la cama-, mira sonriente a los viandantes que pasan a su lado, indicándoles con un leve movimiento de cabeza (más exagerado son los que hacen los toros en el albero, pero más o menos así)
la presencia del pasquín con su fotografía de medio cuerpo y, en la cara una sonrisa que suele revelar simpleza del personaje.
Si, también, como podemos ver, hay quienes no se conforman con un pasquín simple y enano de un metro por ochenta centímetros, y que no dijera el trascendental mensaje que el líder, después de ordeñarse el cerebro, acostumbra a crear para la ocasión. (¡Quia!) Lo que parece entristecerles, es que el edificio donde se ha colgado su atrayente imagen junto al agudo mensaje, no tuviera un par de alturas, o mejor tres, para poder lograr mayor amplitud al espacio, y así conseguir para su cara (aunque necesitaría ser aún más dura, la materia en que estuviera plasmada, para evitar rápido deterioro por la acción de los elementos) adquiriera el tamaño de la famosísima Esfinge de Guiza (Egipto).
"Por sus hechos los conoceréis (san Mateo 7, 16)". También se los podría conocer por "sus frutos; por sus obras; y hasta por sus cabronadas que es por lo que al final de los festejos", las españolas, los españoles y los españolitos -todos, todas y toditos personas decentes respetuosas y cumplidoras de nuestras obligaciones-, acabaremos por conocerlos a muchos de ellos.
Es cierto que cuanto más plano el encefalograma de sus inteligencia, más pretenciosos y presuntuosos se muestran. Un baloncestista fracasado, un estudiante metido a "profesor suplente" por cercanía política con su mentor... Y se pavonean queriéndonos hacer creer que son ¡jodete lorito! los ungidos por los dioses ateos para salvar, lo que con su apoyo, España, ha sido puesto en la grave encrucijada en la que se encuentra.
Alguien debería avisar de la peligrosidad que implícitamente lleva adjunta la papeleta del voto. Hay que usarla con provecho, como un arma de fuego, en defensa propia. La actuación irreflexiva que no prevé el riesgo puede ser la mano que abre la puerta de casa al agresor asaltante que nos deje a todos y todas en "pelotillas"
con una mano delante y otra atrás, tapándonos escasamente las vergüenzas.
Eloy R. Mirayo.
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