lunes, 4 de febrero de 2019

DEUDA IMPAGABLE.

Alfredo Palomo vive angustiado por su situación financiera que encuentra la forma de equilibrar, aunque él se afana en tomar iniciativas, las conocidas y, como plus, se devana la sesera tratando de encontrar lo desconocido que le ponga al día.

Alfredo es un empleado de una empresa extranjera -de las pocas que quedan-; tiene un sueldo decente pero un día, hace algunos años, pensó que su estatus económico no casaba con su potencial humano. El sueldo le permitía el uso de un vehículo 4x4,

con etiqueta de limpieza atmosférica; su casa en propiedad, comprada y pagada hace cuarenta y cinco años; y una pequeña parcela con un sencillo chalet. Eso llegó a ser poco y para remodelar su casa, hipotecó su chalet; el pago mensual al banco, junto a la subida del gasoil para el 4x4, la del recibo de la luz de la casa y del chalet, la del agua de la casa y la del chalet, la del IBI (acojonante) de la casa y el chalet. En fin, por las generalizadas subida sufridas se deterioraron de tal manera sus finanzas que como último recurso, se vio obligado a hipotecar también la propia vivienda. Su futuro se adivina la mar de oscuro. 

Como he dicho con anterioridad, él se esfuerza en poner su empeño para hallar solución, en comprar decimos de lotería, la que sale el jueves y la del sábado; en el euro millón; en todo lo que propone la ONCE;

en apostar en todas las casas de apuestas (más peligrosas y menos placenteras que las de putas); en el Bingo de al lado de su casa, y lo cierto es que como para el juego es un desgraciado total, las deudas son cada día menos asumíbles con sus ingresos; acercándose a la ruina sin retorno.

Empeñado en encontrar la manera de que "algo" le solucione sus gravísimos problemas, no es capaz de reconocer la sencilla manera de gobernar nuestra economía que todos tenemos a mano: restringir el gasto, empezando por lo que es perfectamente prescindible y utilizar con mesura lo imprescindible.

Hace poco en uno de los pocos espacios interesantes que ofrecen últimamente las distintas televisiones, salió algo que me hizo pensar que el caso de Alfredo Palomo, es el mismo caso que atañe a España, 

sumida en la cuasi ruina por culpa de la política económica que ha creado el sistema que solo hecho a propósito se comprendería, si no fuera porque todos los días asistimos al triunfo de la incapacitación de quienes en las instituciones del Estado, desnudos de méritos del intelecto, tripulan la economía nacional.

No se arreglará la economía del Estado, ni la de los españoles, si no se cambia de manera radical el uso de los propios recursos; si no se traza la forma de sacar rendimiento positivo al dinero que emplean las distintas instituciones de gobierno.

En el espacio que comento, personas "huidas" de la ciudad, 

ofrecían mini soluciones que estaban encaminadas a repoblar pueblos prácticamente fantasmas. 

Pueblos enclavados en lugares que, debidamente trabajados, con las ayudas tecnológicas de todo tipo de las que se pueden valer, podrían ser la solución para cientos de miles de familias que malamente sobreviven con las limosnas oficiales. Los subsidios no crean riqueza compartíble. Subsidios; solamente los que son de toda justicia.  

Existen pastos donde podría desarrollarse con éxito una actividad ganadera. 

Existen infinidad de tierras donde se podría poner en marcha, con muchas posibilidades de éxito, una actividad hortofrutícola que, además de surtir el mercado propio, pudiera traer euros a través de su exportación.

Existen rebaños de ovejas de pocos cientos de unidades, 

cuando no hace tantas décadas eran decenas de miles; existen zonas de viñedos absolutamente abandonadas que, recuperándolas, podrían crear muchos miles de puestos de trabajo.

Hoy las tecnologías han acortado las distancias, nada está suficientemente lejos como para hacer imposible su acceso. La educación de los niños, a través de Internet Google, 

estaría solucionada; la necesidad sanitaria, con ambulatorios de zona, y con los medios de movilidad propios y una buena red de ambulancias, 

podrían estar suficientemente solucionadas. Cada día son más las personas que para realizar su trabajo por cuenta propia o ajena, no necesita moverse más allá de donde está instalado su ordenador y su "móvil".

Los gobiernos de la Democracia, uno tras otro, nos han ido metiendo en una deuda que, si no se cambia el rumbo pronto, será absolutamente impagable.     

Eloy R. Mirayo.


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