El problema del taxi, no es solamente la proliferación de licencias para los coches de alquiler con conductor, sino la irresponsabilidad de los políticos que, sin por el momento entrar en otra cara del asunto, lo han permitido, sin siquiera medir el muy posible impacto que podría ocasionar en el sector.
En esta vida, deberían saber nuestros políticos, que se debe temer a un hombre desesperado, y a una vaca recién parida.
El servicio del taxi, más o menos cien años lleva establecido en Madrid y, desde siempre, se les ha exigido unas condiciones especiales para los vehículos y sus conductores, que no se exigían a quienes compraban un coche para su particular disfrute. El carné, hasta hace poco, tenía que ser superior al B, que ahora es el común.
La directiva europea ¿por qué? así; tan sospechosamente, lo decidió.
Un gilipollas, de los muchos que se asoman a las ondas por la ventana de la emisora que da SERvicio al rojerío nacional, incidía en que los taxistas -el servicio de taxi- se debe "enganchar" al tren de la "economía moderna" instalada en el primer mundo que, más o menos vienen a representar en el sector, las plataformas Uber y Cabify.
Escuchar a un presunto rojo apostar a favor de lo que hay detrás -la escondida peana- (se habla de políticos en ejercicio como accionistas de esas empresas. Los políticos, queridos camaradas -¿qué os voy a decir que no sepáis?- son magos que crean desde algo delictivo -información privilegiada- legalidades, dándole patadas en la entrepierna a la Ética) de ese negocio, a mi no; por supuesto sorprende, pero a toda esa tropilla de rojos medio lelos que les traen y les llevan en rebaño a vociferar consignas que no entienden en contra muchas veces de lo que los jerarcas tildan de capitalismo -yo, en contra del capitalismo salvaje, también- se les deberían de haber caído los palos del sombrajo, si es que en sus cerebros -inteligencia; que no- tuvieran hueco para el instinto.
Nadie duda de que envueltos en esas siglas se encuentra el sucio dinero especulador que poco a poco, leve e insignificante al principio su presencia; más notoria al cabo de un tiempo y, desahogadamente exterminadora de la competencia al final, como así ha ocurrido en otros sectores de la economía, las grandes superficies en alimentación, sin irnos lejos, a las que algunos hace años por puro esnobismo visitaban en la periferia (¡si no hacen mal a nadie!). Ahora, arruinadas la tiendas de ultramarino lecherías y mantequerías, son los únicos -junto a los insomnes chinos- que funcionan en el sector de la alimentación.
Y no se conforman con abrir grandes locales que también han inventado el pequeño "rápido" local, para quienes se les haya olvidado algo.
Para el dinero especulativo -manera de maquillar lo que es un dinero sin escrúpulos- lo primero es hacer un profundo estudio del funcionamiento de aquello a lo que se dispone a hincar el diente. Para vencer al contrincante es primordial conocer su fortaleza y sus debilidades. ¡Ah! Y comprar alguna que otra voluntad política.
"En superficie ¿Cómo funciona el taxi?" -Suelen circular por las calles más importantes; por las que hay cierta facilidad de encontrar cliente-. "¿Las calles no importantes, estrechas, en la periferia y en las zonas industriales?" -Raramente aparece un taxi, si no es que ha llevado hasta allí a un cliente-.
"Esa es la puerta de entrada" -¿la puerta de entrada? - "La puerta de entrada en la fragilidad del servicio del taxi, que nosotros con la ayuda de la "amabilidad política", vamos a atacar asta su exterminio".
Y, en ello andamos. Es lo más fácil y cómodo del mundo: el cliente, desde donde sea su ubicación: en plena calle, en la oficina o, en su propia casa, llama a la central e, inmediatamente se le manda un coche negro con su visible pegatina de Madrid (el estúpido bodrio que nos ha dejado el expresidente autonómico de Madrid, el Cántabro Joaquín Leguina) con el precio previamente acordado, y se le deja en el la dirección pedida".
El negocio en perspectiva debe ser la pera limonera porque, además de alguna que otra "mordida" a políticos sin escrúpulos, por lo que estamos viendo, leyendo y escuchando a través de los medios de comunicación, en contra de los taxistas, hay quienes piensan en incorporarse a la "fila", pues parece que hay dinero para todos... Y yo; ¡con los rulos puestos!
Eloy R. Mirayo.
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