Hoy me pongo ante mis ojos en la pantalla del ordenador esta hoguera, porque es lo que suele provocarme cuando caen en mis manos libros que su mejor bien debería haber sido que su autor ni siquiera hubiera nacido (una vez nacido, no pido que se le mate pero... ¡Joder! No permitirle insistir).
En estos días, dos libros escritos por dos autores socialistas, como el eco uno del otro, se han hecho o en breve se harán sus presentaciones. Hay uno... buueenooo; otro, una presunción estúpida. ¿Quién creéis que será de mayor éxito?. Claro; la estupidez.
Nadie debería tener duda de quienes escriben, o mandan escribir un libro autobiográfico;
está claro, al menos para mí, que han de ser personas que tienen muchas cosas importantes que decir en beneficio de la Historia Universal; de la sociedad a la que pertenecen -si es a nivel internacional mucho mejor-, o imbéciles profundos; mentecatos creídos de lisonjas laudatorias de sus mentirosos espejos que, aprovechando una ocasión inimaginablemente alcanzada, piensan que han de encontrar a la persona ideal, para que le escriban -imprescindible para el Mundo mundial- su autobiografía; por el simple hecho de después de rebuscar en la bragueta; habérsela encontrado -el tamaño crea dificultad o facilidad de encuentro- y sacársela para mear sobre el inodoro de un palacete oficial, por el que han luchado sin descartes morales, después de levantar la tabla ¡eso sí!, por creer haber alcanzado con ello, el estatus de ser extraordinarios personajes. No solo con un Master, que también Cum laude inventado por algún amiguete de partido.
Para convencer de "lo que son"
hasta a los más indiferentes, sacan el libro con la foto a todo color de su pétreo rostro, invitando a leerlo, propagándole mandando tarjetón y flores, desde todos los medios (mandando tarjetón y flores a las damas de la prensa) a su alcance, y abusando de sus posiciones alcanzadas -sabe Dios cómo-, haciéndoles conocedores de su "tamaño humano-intelectual" a través de sus memorias públicas (de cuarto de hora, escritas por el "negro/a de turno) junto al inodoro oficial, a todos aquellos que sin tener obligación profesional de leerlas (editor, trabajadores de la editorial, personal de los medios de comunicación y familiares más próximos, los lejanos ya saben de lo que son capaces;
les miran sin pasión) una vez leídas lleguen a la conclusión de que... En sus manos tienen la autobiografía de unas personas hueras, con la exclusiva meta en su vida, pasando por encima, incluso de la dignidad humana que se les supone, de proclamar a los cuatro vientos su exagerada auto valoración.
Esperemos que el próximo presidente del gobierno
que salga de las urnas en el mes de abril, sea de los que de verdad tienen cosas importantes que hacer y decir en su hipotética autobiografía; si no, lo mejor es que sean las personas ajenas las que disfruten con su familiaridad; de quienes disfrutan de su amistad; de los que disfruten de su inteligencia y de quienes disfruten de su autoridad y, quiera Dios, de los que disfrutemos de su buena gestión.
La mejor autobiografía es la que de uno hacen sus demás.
Eloy R. Mirayo.
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