El "pequeño dictador de hojalata" en su oasis.
Todos los años mis orientales reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar (el mío sigue siendo Baltasar, el rey negro, para quienes no les identifica por sus nombres) los días seis de enero, de cada año de mi niñez, me traían a cambio de pan para los camellos y un vaso de leche para sus Majestades, entre otros cuantos juguetes, soldaditos de plomo, un caballo de cartón, cuentos de los hermanos Grim, las pintura Alpino, una pelota de goma; y un motorista de hojalata con su poco estética llave de dar cuerda, fija a un costado como si fuera un sidecar.
El motorista de hojalata que era lo que más me llamaba la atención, no porque fuera lo que más me gustara, sino por su policromía y su movimiento relativamente autónomo -puesto en marcha no llevaba una dirección concreta-, que a los pocos días dejaba de funcionar y, sin acabar el mes de enero, terminaba en el cubo de la basura totalmente descuartizado por mi, tratando de encontrar en sus entrañas el motivo de su corta duración.
Eso es lo que le puede suceder (sinceramente creo que ya está sucediendo) al mini Stalin español:
el "pequeño dictador de hojalata" que se ha hecho dueño y señor (Monedero está medio escondido lejos de la Justicia, como lo estuvo el alcalde rojo de Cercedilla,
un pueblo de nuestra sierra madrileña, hasta la llegada de esta gente, después de la muerte de Franco ¡treinta y ocho años! ¿Qué es lo que habría hecho...? Algo bueno, claro está) de la cúpula de Podemos (aquel partido político que se enorgullecía diciendo que funcionaba entre follamigos y follamigas).
Gracias deben dar los defenestrados: Luis Alegre, Carolina Bescansa, Tania González, Iñigo Errejon y algún que otro más, de que no estamos en la desaparecida Unión Soviética de don lósif Stalin "Carnicerito de Moscú".
Con el nuevo amo del comunismo pro soviético, al fin y al cabo cada cual, vivitos y coleando, se ha ido buscando acomodo, unos en el "soviet de la Complu" otras en Bruselas y algunas y algunos, al rebufo del dinero de Papá. Al que consideran fascista. Ya ha conseguido hacer del partido comunista, Podemos, su propio "negocio familiar", junto a su compañera de cama, de escaño y madre de sus hijos gemelos.
Pero el "souffle" que nació explosivo
(que monos ellas y ellos ¡tan jóvenes y jovenas!, les votó lo peor de cada casa y la gilipollez amorfa, siempre compradora y comparsa de la burla de la propaganda), poco a poco se va desinflando por arriba, son las caras conocidas, y por abajo los "antitodo", que han acabado, porque no podría ser de otra manera, por ser también anti Podemos y, entre medias esos y esas gilipollas que creen que el sapo, se convertirá en el príncipe o la princesa encantadores del cuento.
Las crisis y problemas, al "pequeño dictador de hojalata", le van surgiendo por todo el territorio nacional, como setas después de la lluvia. En Madrid, en Galicia, en Andalucía... Acabaría ante escribiendo donde no le plantean problemas.
Muchas de las provinciales de Podemos, al comprobar la poca altura intelectual del "pequeño dictador de hojalata", se están preparando para, por libre, presentarse en el próximo abanico electivo que se va a llevar acabo en el próximo mes de mayo, creyendo que hacerlo junto al "pequeño dictador de hojalata", les va a acarrear los mismos triunfos que el alcanzado en Andalucía.
El hecho es que, cinco años después de ser refundado en Podemos, el comunismo clásico en España, por los esfínteres anales se les va yendo la fuerza que, más virtual que real, les colocó en el demasiado peldaño en el que se asientan ahora. Esperemos que por poco tiempo. Mayo está a la vuelta de la esquina.
Eloy E. Mirayo.
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