martes, 8 de enero de 2019

CADA PALO AGUANTE SU VELA.

Sobre la llamada por el ultrafeminismo "violencia machista" -o "violencia de género, por los más cursis-ambas exagerada generalización que ensucia indiscriminadamente a, más o menos, la mitad de la humanidad, que tanto eco ha alcanzado en todos los medios de información del país; la administración debería estar obligada a dar una explicación pública absolutamente pormenorizada, limpia de morbo, de cómo se han cometido los delitos (cuarenta y siete mujeres asesinadas por sus maridos o parejas de hecho); quiénes son los delincuentes; de qué edades y cuáles son sus orígenes nacionales porque, existiendo, al menos esa es mi opinión, el actual semi silencio oficial y de los medios de información, pudiera ser que estén dando pie, en el exterior, a la creencia de que los terribles delitos de género que cada año se cometen contra las mujeres en España, son cometidos por los "machos" españoles; malas bestias capaces de asesinar a sus mujeres de forma tan cobarde; con abuso de su superior fuerza, simplemente por instinto natural.

Llama la atención que de los miembros de la que por insistencia han conseguido hacer mundialmente famosa:

"La Manada", autora de la degenerada agresión a una mujer durante "los Sanfermines" en Pamplona, sus nombres y apellidos, sus caras, sus cuerpos, sus profesiones y sus orígenes, se nos han hecho tan familiares como si fueran alguien de nuestra círculo más próximo, mientras que otros agresores, componentes de una nueva manada de hijos de puta, que agredieron sexualmente a una mujer de diez y nueve años de edad, hecho cometido muy recientemente en tierras levantinas que, de forma ¿premeditada? Tal vez si, por parte de todos: medios de información y oficialidad, se nublan las imágenes que muestran a los agresores y se silencian sus datos personales y de nacionalidad en los espacios de noticias televisivas, espacios radiofónicos y prensa escrita.

"Cada palo aguante su vela". 

son muchos los palos que deberían estar bien sujetos para conservar erectas esas velas que, por total incompetencia cerebral de la mayoría de las personas que deberían ser los responsables activos, se zarandean y hasta caen: ahí están esas cuarenta y siete víctimas. 

No se trata de culpar a quienes nos han llegado por el aparentemente imparable fenómeno de la inmigración -de lo que está por llegar sus verdaderas consecuencias-. Teniendo incidencia bastante notoria la inmigración, tanto en las denuncias por malos tratos como en el número de víctimas mortales, lo que hace en realidad la inmigración es únicamente aumentar la estadística. Ahí está pero, además de ella, hay otras muchas razones que señalan directamente a la política en ¿activo? que, no por no haber sido quienes hayan empuñado las armas utilizadas en las agresiones, dejan de tener responsabilidades culposas muy notorias; entre otras, lo que corresponde al sistema educacional desde las primeras instancias de la Enseñanza, 

que ha dejado al profesorado, de igual manera que a los padres, a merced de los más bajos intereses de la política, reflejada en el mal comportamiento de un gran número de hijos y alumnos. Dejándoles desposeídos para su labor educadora de la autoridad necesaria y también del respeto que se merecen. Así tanto padres como profesores, para esa gran mayoría de hijos y discípulos, han pasado de ser referencias positivas, a ser reconocidos injustamente como entes coactivos, atentatorios de lo que las políticas "democráticas" han dado en llamar "los derechos de los hijos; los derechos de los escolares y los derechos inalienables de los universitarios". 

Dejando, como ya he dicho, sin derechos, y llenándoles de obligaciones a padres y profesores.

Ese reconocimiento, fuera de todo tipo de naturalidad desde hace más de cuatro décadas, ha ido deformando el carácter del niño, ha seguido el proceso con el adolescente, y ha concluido la obra con el adulto. Esta política absurda ha conseguido introducir en el cerebro de la gente que los únicos derechos indiscutibles son sus propios derechos.

¿Cuáles son esos derechos? Todos los que satisfacen sus apetitos; sin medir para nada el impacto que se produce con los legítimos derechos de los demás; del cada día más mermado número de las personas honradas, decentes y respetuosas que aún quedamos.

No es mala cosa la conformidad cuando con la Razón se hermana. De esa manera se convierte en virtud; pero, cuando lo razonable es retorcido y excluido de manera torticera, no caben paños calientes: las personas afectadas hemos de cambiar la conformidad por la exigencia, apoyados en los medios que fueran necesario.

Eloy R. Mirayo.

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