Aunque me figuro que todos conocemos el poema, yo lo pongo aquí, en este blog, porque lo quiero tener presente, recordándome que las personas inteligentes -hasta como para llegar a ser jueces- son capaces de hacer y decir gilipolleces del mismo calado que las podemos hacer y decir los que nuestra inteligencia se la conoce, más que nada, por su ausencia.
Hace falta tener un alto grado de gilipollez, para crear un poema chusco y sin gracia, e incorporar los nombres de dos féminas comunistas. Otra cosa sería si fuera al revés. Entonces sería justificado como "libertad de expresión". Y punto.
«Cuentan que en España un rey
de apetitos inconstantes
cuyo capricho era ley
enviaba a sus amantes
a ser de un convento grey.
Hoy los tiempos han cambiado
y el amado timonel
en cuanto las ha dejado
no van a un convento cruel
sino a un escaño elevado».
Y continúa:
«La diputada Montero
Expareja del 'coleta'
Ya no está en el candelero
Por una inquieta bragueta
Va con Tania al gallinero».
Por "El guardabosque de Valsain"
"Irene Montero, indemnizada con 70.000 euros por el poema machista de la revista de la asociación de jueces Francisco de Vitoria".
(Don Francisco de Quevedo y Villegas: Vuela pensamiento, y diles a los ojos que más quiero que hay dinero. Poderoso caballero es don Dinero).
En el metro de Barcelona, al entrar un señora joven, guapa y de espectacular cuerpo, dice un viajero a media voz:
-"Con esa mujer me acostaría el día uno y, solo por respirar, me levantaría el día treinta de cada mes".
El viajero que iba a su lado, con el lazo separatista amarillo, color caca de niño, en la solapa de la chaqueta, se le encaró:
-"Senti que aquesta senyora és la meva dona (oiga usted; esa señora es mi esposa)".
-"¡Pero sería pagando!"-
-"Ascolta noi, si es així, arribarme a un acuerd (Escucha chico, si es así, llegaremos a un acuerdo)"
No sé por qué ve me ha venido un chiste tan viejo.
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El del bosque de Valsain
En su soledad inmerso,
Sin poner en ello peso,
Usó, insolente y fresco,
Contra Irene Montero... un verso.
Dañina saeta verbal
Del trovador insultante,
Hecha su voz serpiente,
A la virtuosa y bella Irene,
Venenosa, en verso... Muerde.
Eso, al juez poeta acusa
De Caín del feminismo,
De machirulo irredento,
De asqueroso "sexisto",
Y seguro ¿verdad Irene?... De "fascisto".
Es acción muy precavida;
Es sentencia de la abuela;
Es cuidar de la cartera,
Y de la propia carrera,
Contar lenta la treintena
Antes de volver a hablar.
Si la cosa es de escribir,
Decía mi abuelo Gil,
"Mejor llegar a dos mil,
Si lo vas a publicar".
Eloy R. Mirayo.
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