La desvergüenza y el cinismo es el modelo -bien lijado y mejor pulido- tomado por Pedro Sánchez y sus colaboradoras y colaboradores más próximos, para bracear en las fecales aguas de la cloaca en la que, poco a poco, pero muy concienzudamente, entre todos han ido convirtiendo la gobernación de este país, España, una de las naciones más importantes que existe sobre la faz de la Tierra.
No es que sean herramientas novedosas
en la post franquista política española que a los ciudadanos de este país, su uso y sus consecuencias nos pueda escandalizar -esa posibilidad, por sobrepasada, está descartada.
Lo que nos escandaliza es que precisamente para acabar con unos de los motivos -los más importantes y urgentes, así sonaban por los "medios próximos"- por lo que el señor Sánchez se hizo subterráneamente con la a poyadura de toda clase de gentes, gentecillas y gentuzotas de este país: la rancia derecha catalana y también la santurrona falsa derecha baska, los nacionalistas canarios, los rojos de todas las raleas, los neoetarras y hasta los sucios antisistema para acabar con la desvergüenza y el cinismo del PP y de su presidente -a la sazón presidente del gobierno de la Nación- don Mariano Rajoy, se estén usando de manera superlativa, la desvergüenza y el cinismo, como antídoto.
Eso es como si cuando se le quita el pañal cagado al bebé, se coge ese pañal y el culito del pequeño y, para lavarlos, se sumergieran en un barreño de mierda.
Solo y exclusivamente eso, la desvergüenza y el cinismo.
España, más que nunca hoy, está huérfana de un gobierno sabio que trabaje con denuedo para situarla, en el concierto mundial, ante el atril que le corresponde.
No es precisamente la flácida batuta prestada que anda sin rumbo fijo en mano del señor Sánchez -para eso, además de una erecta batuta es exigible inteligencia superior-, la que sea capaz de encontrar la medida que armonice, dando tono y compás a la melodía que necesita escuchar nuestra querida Patria.
La desvergüenza es que, para desdecirse de una promesa que sirvió de moneda de compra-venta de malas voluntades, "elecciones a la mayor brevedad", con dádivas oscuras, se pretende, cínicamente, acabar la legislatura, como se contrata a una prostituta, poniendo millones de euros en las manos de los separatistas catalanes, dejando con las vergüenzas al aire a las demás regiones.
La estupidez malvada de este gobierno es comparable a la de un individuo que, quitándole lo necesario a su mujer y a sus hijos, le pone piso, le compra un apartamento en una playa, le compra un buen coche, le abre una maciza cuenta en una entidad bancaria a su amante, y la amante, con rictus de asco en el rostro, no le permite tocarla ni un solo cabello de su anatomía..
Eloy R. Mirayo.
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