Así no se arreglan los problemas, y si se ponen las condiciones más propicias para hacerles irremediablemente crónicos.
Sin las capacidades deseables en los responsables,
tanto en la presidencia, como en las cabeceras de los ministerios (los males no lo son tantos y más graves gracias a los funcionarios de carrera), y perdiendo el tiempo en disputas domésticas, que deberían dejar en manos de la Justicia ordinaria, no son las necesarias herramientas para el logro de mejorar el presente y encarar el futuro con posibilidades de éxito.
Los políticos en España, como en el resto del mundo, aunque son estos los que a nosotros, los españoles, nos interesan, están más pendientes de crear gasto, a cargo de los impuestos presentes y los por venir, en inversiones improductivas, encaminadas a engordar su atractivo electoral,
que en ayudar a que crezca la riqueza nacional, dando facilidades para la creación de empresas, lo que contribuiría a que hubiera menos parados, y promover la posibilidad de que entre más dinero, en pago a su esfuerzo, en los bolsillos de trabajadoras y trabajadores. Lo que beneficiaria a la industria y al comercio, ya que los consumidores tendrían, obviamente, más capacidad de gasto.
"EL SECTOR DENTAL MIRA AL EXTERIOR"
Ese, la exportación, es uno de los caminos en los que la ayuda gubernamental se debería reforzar pues, teniendo en cuenta que unas cuantos cabrones tienen los millones de euros escondidos en cajas fuertes, bajo siete llaves, o veraneando en alguno de esos paraísos fiscales que se han inventado, la llegada de dineros foráneos empieza a ser, más que necesaria, imprescindible.
Las prótesis bucales españolas se exportan a todos los países, menos "a Venezuela, que no tienen que masticar, y a los países orientales que solo comen arroz" (¡este Fulgencio!).
"La caída del consumo español hace que las empresas disparen un 24% sus exportaciones"
"Los españoles le tienen gato al dentista". La gratuita acusación de Mar Muñiz, columnista en el periódico El Mundo, no refleja la verdad, o al menos toda la verdad. "Reconociendo que la cosa no es agradable" -me decía mi amigo Eustaquio- "estoy jodido; he ido a mi dentista y me ha sacado de la boca todas las piezas: caninos, incisivos, molares, y hasta los dientes de mi cartera de piel legítima de cocodrilo del Nilo. De milagro ha quedado la campanilla".
"España es el cuarto país europeo que menos acude a su consulta" continúa la articulista, con la intención de hacernos creer que los españoles y españolas no vamos al dentista por capricho ético; porque así somos de caprichosos españolas y españoles. Pues mira bonita; te voy a dar un buen y barato -no te cobro un euro- consejo: nunca debes escribir; si lo haces y es sobre algo que desconoces, es muy conveniente hacer antes un profundo estudio de esa materia, y de lo que la rodea. Si no es así, como en esta ocasión, harás el ridículo.
Sin entrar en si esa especialidad de la ciencia medica es cara o barata -depende de quién la practique- te aclaro, si es que milagrosamente me lees, que lejos de ese "gato" que dices,
lo que ocurre es que la galopante incapacidad económica en la que esta gentuza nos tiene, impide que muchas personas -quizás algún millón entre trabajadores, parados y jubilados- con necesidades odontológicas por cubrir, no puedan satisfacerlas. A todos nos gusta poder masticar la tableta del "Guirlache",
en vez de chuparlo, chuparlo y volverlo a chupar, hasta dejar limpias las almendras que al final han de escupirse enteras.
Eloy R. Mirayo.
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