La atmósfera de Madrid me empieza a oler maravillosamente a mar y montaña.
Cierro los ojos y desentendiéndome del grosero ruido del tráfico, suave, suave, como un acariciador murmullo, siento en mi cerebro el ir y venir de las cantábricas olas, junto al relajante canto de las aves canoras que, alegres en su libertad, revolotean gráciles en los campos del interior, que rozan con los serranos cerros.
Y es que aunque yo no tenga avión oficial para poder atender mi "agenda cultural de noche" ni coche oficial para atender mi agenda de "irme de comprobaciones culturales en gastronomía", que es como apuntan los sociatas en estado de "okupación en (no soy yo quien lo dice) precario,
el irse de "trapeo", tengo un Citroen de 15 años, que me atiende con respeto, y con tanto cariño que me llevará a Sada (La Coruña), y me devolverá a Kalipo-Fado, y me alegraré sobre manera tapeando y bailando las noches de los viernes, en compañía de muy buenos amigos y amigas, en "Los Rosales".
Un restaurante que además de otras muchas bandas, prepara el cordero mejor que el segoviano Cándido.
No sé si alguno de vosotros, mis queridos lectores, habéis tenido la oportunidad de escuchar las explicaciones -que si no fuera quién es tacharía de estupideces- de la, en precario, vicepresidenta del tambaleante gobierno, cogido al vuelo por el señorito "Pepis", con su maletín de viajes, en cuanto al uso presuntamente dudoso (como él Guerra en 1988, que recurrió a un Mystére de las Fuerzas Aéreas, por no aguantar una caravana, cuando regresaba de unas vacaciones en el Algarve portugués) de un avión oficial por el presidente, en precario, para darse un baño de masas juveniles en los conciertos de Benicássim.
Es una premisa bacteriana
que suele presentarse en personas de escaso discernimiento que acceden a niveles que les vienen anchos y largos; pero, que por esas cosas raras que inopinadamente se dan en la vida (caer una moneda de céntimo al suelo desde un sexto piso y quedar parada de canto), que les hace ver que todo lo que se encuentra a su alrededor, está a su absoluta satisfacción y uso. Si, también los aviones, aunque estén lejos y encerrados en los hangares del Ejército del Aire.
Que se jodan los pilotos y el resto del personal de tierra y de vuelo. ¡Yo soy el Presidente del gobierno! Qué bien suena ¿verdad chatina?. En un vuelo estaremos en los conciertos escuchando las modernas melodías que, enterándonos por las orejas, nos encocoran de placer, con su chim pan, pun chim pun, chim cultural.
¿Quién es Plácido Domingo...? ¡Ah! El del himno del Real Madrid ¡Qué fuerte!
Si; posible es que el costo de poner en vuelo la nave haya sobrepasado el número de euros que "la banda", a la que fue a escuchar el presidente en precario, va cobrando por un concierto privado.
Eloy R. Mirayo.
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