Si yo tuviera la desgracia de haber llegado a ser militante del Partido Popular, confirmando mi desgracia no habiéndome dado de baja en el partido, con todo lo que iba saliendo del hermoso edificio de la calle Génova, también hubiera votado a Pablo Casado.
Siempre que muere alguien en una casa, se ventila la habitación. La vieja directiva, casi todos sus miembros y miembras, habían fenecido desde hace muchos meses.
Desde fuera del ruedo político -que es mi posición en el burladero- sin irme para atrás en el tiempo, estos ocho años del PP de Rajoy y la señora Sáenz de Santamaría, tienen que haber sido una etapa muy dolorosa y frustrante para militantes y simpatizantes que, amando profundamente a España, no entendieron el papel dubitativo y medroso del Gobierno, a lo largo del camino que emprendieron los separatistas catalanes; la no intervención a cargo de la Guardia Civil y la Policía, de manera puntual, en el momento de la declaración de independencia y la aplicación capada, como sin ánimo de dañar, del artículo 155 de la Constitución.
Los últimos ocho años de gobernación del PP, han dejado dibujado para su partido, con total nitidez -así lo veo yo- un sendero de penoso caminar e incierto final. Llama la atención que, quienes durante esos años han tenido en sus manos la paleta, los pinceles, las pinturas y crearon la "obra de arte" (la señora Sáenz de Santamaría, como artista), pretendiera algo que no podría ser posible, como así ha sido, ni siquiera en su PP: que quienes habiendo pintado el "eccehomo" político en su propio partido, se pudieran postular con éxito para recuperar (los 186 diputados) la obra;
para recuperar el pulso del PP -que la verdad es que, viéndolo desde Mi Trinchera, como dice don Luis Mejía en "El Tenorio" de Zorrilla, "con lo que habéis osado imposible la hais dejado para vos y para mí"-, sin pena alguna he de decir que no encuentro el motivo por el que debiera ser recuperado de su estado semi terminal el Partido Popular).
El pueblo español ha demostrado en infinidad de ocasiones, que si hay algo superior a lo que respeta y sigue, "hasta entregar la ultima gota de su sangre", es a quien demuestra su valentía razonada. Esa es la materia que se espera de quienes nos representan, como militantes o simpatizantes.
En el caso concreto del separatismo que unos hijos de puta quieren instalar en Cataluña, no es algo que afecte y exijan solamente los "pepinos", que también el resto de españoles bien nacidos participamos de ello, y es la exigencia a las autoridades de llegar a poner como baluarte los testículos sobre el tapete, cuando algún renegado, nacido por el ano, se empeña en hacernos una putada. Y a todos, "pepinos" o no, nos han fallado clamorosamente.
Yo no creo en que haya según qué cosas para gente de según que edades. La capacidad intelectual; la rapidez y el tino de la palabra adecuada; el saber escuchar al tiempo de analizar lo que otros le argumentan; el tener pleno convencimiento de qué es lo que la situación le demanda, es lo que siempre ha de prevalecer. Hasta en aquellas dedicaciones que menos inteligencia demanden.
Demuestra inteligencia el ingeniero que desarrolla positivamente su carrera, e inteligencia demuestra el barrendero que se esfuerza en realizar bien su tarea, pues él pone en ello su inteligencia; reconociendo, uno no es idiota, la gran diferencia. En la que en muchos casos también participan el lugar de nacimiento y varios condicionantes que todos tenemos en la cabeza.
No conozco personalmente a Pablo Casado; no sé de sus "prendas" para liderar su partido, ni si es el mejor candidato para gobernar a España.
Como yo, calculo que, menos sus familiares más allegados, deben estar los cuarenta y tantos millones restantes de españoles. Pues no; siempre hay imbéciles que se asoman, babosos, a los medios radiofónicos, desde posiciones claramente demostrables (rojerío y ultra feminismo) para, usando del insulto zafio como muestra de su nula inteligencia: facha; trepa; ultra conservador; y otras lindezas más o menos de la misma enjundia intelectual; tratan de socavar la imagen de quién sus correligionarios, con algo más de criterio, han elegido.
No; si acabaran por hacérmelo simpático. ¡Pero nada más!
Eloy R. Mirayo.
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