El eco suena diferente según sea el lugar donde se crea. Cuando el eco se crea al aire libre en la Naturaleza, es un sonido limpio y fresco que invita a la relajación física, mental, a la observación y a la escucha de cuánto se está rodeado por la maravillosa creación divina.
Existen lugares excepcionales donde el eco se hace sostenido, como en las salas capitulares de los conventos,
en los teatros donde se hace Opera y, por no aburrir con más ejemplos, en los teatros romanos y, escatológico que sale por la puerta del retrete.
En estos días ha surgido un nuevo lugar en Madrid, donde el eco se ha mostrado extraordinariamente potente: en la sede del comunista radical partido Podemos.
En este caso está absolutamente prescindida la belleza, pues además de no ir con el "estilo" del partido que poco a poco va poniéndose más "morao", lo que el eco nos ha hecho llegar a los oídos, precisamente, es como una especie de agresión al reconocimiento de la belleza y, de manera más concisa, a la belleza femenina.
¡¡¡Hay... Que... Multar... Al... Delincuente... Machista... Que... Se... Atreva... A... Agredir... Con... Un... Piropo... A... Una... Mujer...!!!.
Y, es lo que tiene el eco; que también devuelve con cierta musicalidad un sonido, aunque esté exento en su naturaleza de sensibilidad musical.
Quiero decir que si un gilipollas se asoma a una "ventana" de la sede podemista y suelta una, en buena lógica, gilipollez, pues va el eco, y graciosamente la musicaliza, del mismo modo que lo haría con algo más agradable -¡un te quiero Pilita (de Pilar)!-, de lo que a la gilipollas o gilipollos -respetuoso con la norma- de turno en Podemos, se le hubiera podido ocurrir.
La preparación intelectual de la mayoría de los miembros y miembras de ese comunista partido, no entiende que el piropo es, nada más y nada menos que según la Real Academia de la Lengua Española: "un breve dicho con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer".
Quizás sea la falta de delicadeza lo que les impide encontrar la diferencia entre el piropo y la zafiedad. A pesar de ser "esta", la normalidad donde más a gusto se revuelcan y follan, como cualquier otra especie animal afín;
ellos y ellas; ellos y ellos; ellas y ellas, no hacen el amor; seguro que piensan que eso es cosa de los fascistas (¿los rojos también han prohibido hacer el Amor?). ¡Qué habrá sido de aquel eslogan "Prohibido prohibir" que a tantos idiotas sedujo!
Eloy R. Mirayo.
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