GENIALIDADES NUNCA VISTAS.

Lugo.

Hay quienes aseguran que esta ciudad, es la más bonita de las cuatro capitales gallegas. Yo, de los lugares de España que he visitado, jamás me he planteado hacer un ranking de belleza, entre otras cosas, porque mi opinión, como la de cualquier otra persona, sería subjetiva y no tendría el menor valor. Lo que yo busco -y siempre encuentro- de cada lugar, son sus formas, que con todo cariño, las voy ajustando para, paso a paso, ir creando mi personal puzzle de España.

¿Lugo? Pues claro que es bonita, e interesante. Sería larguísimo el conteo de sus tesoros monumentales, pero no me quiero privar de enseñaros, a quienes aún no habéis venido a Lugo, su Muralla, una recia huella del paso de aquella Roma.

Puesto a recorrer, sin prisas, sus calles, visitando sus monumentos, no es que merezca la pena venir y volver a venir a Lugo; en  todo caso lo que es una desgracia es no haber venido a disfrutar de esta ciudad y de la amable y atenta disponibilidad de sus gentes. ¡Me encanta sentirme gallego en Galicia!.

Siento dejaros pero no tengo más remedio que entrar a este restauran a comer.

Me vas a poner un caldo gallego, después me preparas unos langostinos a la plancha y luego un lomo de merluza al albariño y, de él, déjame aquí una botella bien fresquita.

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Un decálogo que pinta la cara de la gilipollez absoluta de a quién le brotó, de entre los cuernos, semejante "obra literaria". 

No es precisamente la inteligencia -sino la maldad- la más conocida característica principal de la personalidad de la izquierda española, como puede comprobarse con facilidad, por ejemplo, utilizando los servicios de la  Hemeroteca Nacional.

La "historieta" que tienen montada con el tema de la igualdad de género, 

no se le podría haber ocurrido nada más que un maligno gilipollas neosoviético "pata negra". Es el sello genuino de la extrema izquierda; es el sello de la gentuza que manejan de manera perversa cómo lograr la excitación popular, partiendo de cualquier asunto, para conseguir la transformación de la personalidad del individuo (desde medianamente culto a tonto de baba), convirtiéndolo en masa dúctil; en rebaño ovejuno de fácil conducción y nula protesta.   

El tema en sí, no es la prohibición de jugar a fútbol en los recreos; retirar las obras literarias de autores como Pablo Neruda, Javier Marías o Arturo Pérez-Reverte (a lo Hitler), que también, lo que se persigue es la recreación de la feminidad, en un género nuevo, que nada tenga que ver (me reafirmo en mi idea) con la hasta ahora otra mitad de la especie humana.

Para ello esta Belén de la Rosa empleará su decálogo arma invencible para el derribo de cualquier coherencia que pudiera impedir la instalación de la gilipollez, como fuerza motriz necesaria, para lograr alcanzar ese fin, y cualquier otro fin que se le pudiera meter en la cabeza, en el futuro, mezclándose con la mierda que tiene en el cerebro. Presuntamente.

Genialidades nunca vistas para acabar con palabras que suenen en femenino o masculino como "todos", combinando la segunda o, por una e, para que suene el neutro "todes" -cuidade deberemes tener les que usames un "no me jodas" pues cen le nueve norme e instaler el "no me jodes", podríe soner e invitacien-. También como medida estrella, sin sopesar importancia y calidad intelectual, en las bibliotecas imponen al 50% de libros escritos por mujeres y, el otro tanto por ciento escritos por hombres. Y así, cualquier tipo de publicación ya sea científica o lúdica. 

Otra de las propuesta -esta sí que es importante; no sé cómo hemos llegado hasta aquí- es no separar los retretes (los muy cursis dicen los baños) de hombres y mujeres; (agárrense que vienen curvas), como una forma de "desheterosexualizar la escuela". Lo que no queda señalado en el decálogo de las rojas de CCOO, es si para lograr la igualdad en la letrina los hombres deberán sentarse en la taza del water para mear, o si es que la mujer deberá hacerlo de pie.

Iglesie; ministerie; hospitel; vagine; Marceline aparne y vine; Tolede; Ciuded Reale... 

... Uno ya esta viejo para estas chorradas.

Eloy R. Mirayo.