domingo, 18 de febrero de 2018

POR NUESTRA PROPIA SEGURIDAD.

La demostración de pérdida de libertad de los españoles es que ahora nos sentimos constreñidos como jamás nos habíamos sentido antes: más prohibidos que permitidos; más vigilados que protegidos; más perseguidos que liberados. 

Eso lo notamos más quienes hemos vivido otros modos y maneras bajo las normas, en otra "época" -quienes no tuvieron esa suerte, es obvio que no puedan hacer la dolorosa comparación que les lleve a admitir que este sistema es un traje de tela basta que nos aprieta por todo el cuerpo, hasta dejarnos prácticamente sin aliento-.  

Los esfuerzos de los vividores de este sistema político -quienes lo dirigen y manipulan-, en aquello donde han marcado con más ahínco y notoriedad su acento, es en tenernos a todos los españoles y españolas (no se vaya a cabrear aún más la señoría portavoza de los comunistasa) totalmente desnuditos y desnuditas, 

como criaturas recién nacidas, ante su fiscalizador visor -el ojo que todo lo ve-, para que no podamos tener ni el más mínimo e inocente de los secretos. De ninguna índole; no sea que...

El sistema ha establecido la maldad suprema -herencia de la época más cruel del comunismo, ancestros de Podemos e IU-; modelo  que acabará, de seguir por la senda que se camina, por tenernos a todos y todas, sellados la boca, tapados los oídos y, como fardos de materiales inservibles, 

atados piernas y brazos, y amontonados en cualquier cobertizo. Y no nos sirve de nada saber que, más o menos, así está el patio en Europa y en el resto del Mundo.

"La dimensión más esencial de la Libertad de una persona es su privacidad".

Oración magistral de don Julio Pomés -que he tenido la suerte de poder leer-, sacada de un artículo en la prensa. Pero, don Julio Pomés: es que también la privacidad se nos ha escamoteado, con la aparición de teléfonos móviles y ordenadores que, con sus indestructibles memorias, usando la excusa de que son una gran ayuda para las labores policiales, los políticos lo usan como riendas para dirigirnos sin posibilidad de protesta.

Lo cierto es que el largo del dogal que nos ha sido aplicado durante estos últimos cuarenta años, no nos permite dar mas de dos pasos en nuestros "permitidos" paseos. Defienden su utilización asegurando que es por nuestra propia seguridad, ante los peligros existentes.

Del catálogo de derechos individuales y colectivos, han sido sacados uno a uno todos ellos, como el odontólogo saca los dientes de la boca gravemente atacada de piorrea, dejándonos "desdentados", 

sin anestesia y sin posibilidad de prótesis, usando y abusando el mal enfrentado terrorismo, para acojonarnos, con los demás peligros existentes, de latente amenaza.

No deja de ser cachondeo puro lo que usan cundo nos intentan convencer, asegurando lo bueno y sano para la salud que resulta alimentarse a base de purés y sopicaldos instantáneos, solo tragando, mientras la oficialidad se enfrentan a diario a un 

chuletón de un kilo, bien regado con un "Rioja" de buen año. 

Eloy R. Mirayo.

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