lunes, 26 de febrero de 2018

NO SIRVEN PARA NADA MEJOR.

La sucesión de errores -o maldad- de los distintos ministros de Educación que desde hace cuarenta años han venido jugado con "la cosa de educar", nos ha llevado a una situación que, en poco tiempo, si no se cambia el rumbo, será incontrolable.

La testarudez de creer que la enseñanza por sí sola es quien educa, es una imbecilidad digna de este sistema, que se suma ahora, después del destrozo del jarrón, a la imbecilidad de decir que es la familia quien tiene la obligación de recoger los añicos y ponerse a educar a sus miembros y "miembras".

Desde la noche de los tiempos la educación era una materia que se repartía entre la escuela 

la familia, ambas reconocidas por todos su importancia en la labor de preparar al individuo, desde su nacimiento y durante su crecimiento para que con naturalidad pudiera insertarse en la sociedad. 

Para que la labor diera buen fruto, tanto el maestro en la escuela, como él cabeza de familia en su seno -hogar- tenían reconocida una autoridad a la que se le debía el máximo respeto.

Este sistema político es muy malo, o es que esta siendo por parte de sus administradores muy mal interpretado; es posible que ambas cosas porque, desde un primer momento se permitió el relajamiento de cierto número de profesores en las aulas, lo que hizo cundir la idea entre el alumnado de que todo les estaba permitido, hasta engallarse con los docentes y, llegado el caso, hasta:

"Un profesor es agredido por el padre de un alumno en Utrera. La comunidad educativa de la localidad se concentró ayer ante las puertas del Ayuntamiento para protestar contra la violencia"

sopapearles físicamente, sin que el personal del ministerio, incluido el ministro, colaboraran por restaurar la autoridad.

Lo único que se les ocurrió fue reconocer las asociaciones de padres -las jodidas "APA"- y las de alumnos. Demostrando que el sistema coloca a todos en el mismo nivel, mientras él huye, la posibilidad de entendimiento terminaría como terminó, siendo una sucursal de aquello que ocurrió con la Torre de Babel.

Esas decisiones, el amontonar cosas y gentes sin ningún sentido, ante un problema del que son creadores, es lo que hacen siempre los inútiles que han sido colocados en un cargo para el que no tienen el más mínimo conocimiento y esperan que del revoltijo, milagrosamente -aunque sean ellos ateos- emerja la solución que después presentarán como algo propio.

La familia ha sido puesta fuera de combate; las parejas que se casan o que viven emparejadas, han recibido durante estas cuatro ultimas décadas que, por encima de cualquier otra cosa ellos y ellas "se tienen que divertir, porque son jóvenes", y como los niños -así lo creen- se lo impiden, desde la más tierna edad se les factura a una -en el mejor de los casos- aséptica guardería, donde los niños y niñas crecen sin afecto familiar y, en muchos casos, viviendo en competencia con otras criaturas por tener el mismo juguete. 

Es posible que la competencia sea la primera sensación que conozcan, y les será a lo largo de sus vidas algo más fuerte y reconocible que el amor de los padres. Lo peor es que el pleno amor de sus padres, jamás lo llegaran a disfrutar; de la misma manera que ellos tampoco tendrían adquirido con que corresponder. 

Como giro final quiero dejar claro que mi opinión es que, solamente la maldad de esta clase de política es capaz de deshacer lo mejor: La Familia, como crisol de la sana sociedad, sin conseguir ningún beneficio, fuera del sucio placer de joderlo todo. O lo que aún es peor, porque no sirven para nada mejor.

Eloy R. Mirayo.

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