miércoles, 28 de febrero de 2018

DE CUALQUIER PUNTO GEOGRÁFICO



En nuestro recorrido por España, hoy nos paramos a tomar unos vinos de la Ribera, con su correspondiente tapa, en todos los bares de la majestuosa plaza Mayor de Valladolid, después de hacerle la visita a esta hermosa ciudad castellana.

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Es posible que a alguien le extrañe que desde ayer el encabezando de la hoja de este blog, lo haga con una fotografía que identifica a una de nuestras ciudades -he empezado por las capitales después, si Dios me lo permite, intentaré hacer lo mismo con todos nuestros pueblos.

¿Por qué? Pues viendo la dinámica en la que nos tienen metidos los políticos, creando el choque económico, industrial y comercial entre las mal inventadas autonomías, el odio entre regiones por las aún pequeñas rencillas, más pronto que tarde, aflorará con mucho mayor virulencia de la que ya tiene. Por ese motivo he creído necesario que antes de que irremediablemente empiecen las "tracas", todos comprendamos que todos somos nacidos en un extraordinario país, llamado España, al que, aunque no más fuera por egoísmo, todos hemos de amarle pues todos, tenemos la formidable fortuna de poder disfrutar de tanta belleza; tan bien repartida.

A mí me encanta sentirme español, en y de cualquier punto geográfico en el que me encuentre dentro de los límites de esta nuestra piel de toro -aún más cuando estoy fuera-. No voy a permitir que nadie -sabe Dios de qué manera y por donde nacido- me lo vaya a impedir con leyes antinatura, con el coño del separatismo y sus gilipolleces.

Me encanta ser gallego metiendo la cuchara en su riquísimo caldo gallego, cuando visito Galicia; catalán paseando por las Ramblas, escuchando al río Ter, en Gerona; "asturianin" ante el teatro Campoamor de Oviedo, visitando a la Santina o asistiendo en Arriondas al descenso del Sella; vasco en San Sebastián, pasando "revista"  con un "chiquito" en la mano a sus suculentas "tapas"; montañés orgulloso, viendo Santander desde el Palacio de la Magdalena; gozo como el más andaluz de toda Andalucía, bailando sevillanas, o tocándolas -regularmente- a la guitarra; y valenciano, agarrandome como propio al himno de...

Per a ofrenar noves glòries a Espanya,
tots a una veu, germans, vingau.
¡Ja en el taller i en el camp remoregen
càntics d’amor, himnes de pau!;

pacense en "Badahó", y descubridor por el viejo Cáceres, sin privarme de comer unas ancas de rana en Plasencia; castellano "viejo y nuevo", sintiéndome heredero directo de su inmensa Historia; navarro haciendo a pie el circuito para  disfrutar de la gastronomía navarra en pequeñas dosis: calle de San Nicolás, sin olvidar Baserri, el fogón Múgica y el imprescindible encuentro con el "Gaucho" pero, habiendo visto y valorado toda Navarra;  ¡claro que me siento balear mordiendo una rebanada de pan untada de sobrasada!  Por supuesto, en cualquiera de sus cinco islas; descansar con el culito dentro de las frescas y transparentes aguas de San Antonio... ; y canario de Santa Cruz, de San Sebastián de la Gomera, o de entre laurisilvas en el parque de Garajonay o de entre las escorias de Timanfaya; ¡pos pijo! Cómo no me voy a sentir murciano ante un buen plato de "michirones" en franca compaña de un añejo vino de Jumilla. Y ¿que mas podría yo decir de sentirme "gato" si no lo digo poniendo por delante un cocido madrileño?.

Pues todo eso, y muchísimas cosas más que todos podemos disfrutar es lo que si no andamos listos, la clase política acabará por también quitárnoslas. Lo único que nos van a dejar son las almorranas.

Eloy R. Mirayo.

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