lunes, 13 de noviembre de 2017

EL LABERINTO.

Los inútiles que se extravían en una calle en perfecta línea recta en su diseño, y absolutamente llana en su topografía, 

a la que por su mente congénita elevan a nivel de intrincado laberinto imposible de hallar salida, siempre buscan excusa para su desorientación.

En eso, en el laberinto en el que parece haber caído el gobierno de España, empujado por el separatismo catalán, del que no da muestra de tener claro dónde está la única salida.

La excusa de utilizar a la justicia como solución -haría falta ser gilipollas, top, para creérsela- no es válida, si para hacer efectivas las resoluciones judiciales no hay un cerebro, diez; y unos cojones, veinte, que obliguen a cumplirlas, sin rechistar. Y eso, mis queridos camaradas, no parece que exista, a la vista de las invitaciones bonachonas hechas por todo el elenco gubernamental a los díscolos, para que colaboren sumisos con su retractación, para la solución del problema suscitado en Cataluña, y los suyos personales, por haberlos creado, introduciendo por lo bajini la "posibilidad" de que las sentencias que salgan con la adecuada dureza de las salas de los juzgados, en las venturosas manos del gobierno, se vuelvan blandas como un suizo en un tazón con la leche "confortablemente" caliente.

Es dominio público que desde cualquier "tabernáculo" de radio, televisión, y hasta en los escritos, se pide que se actúe, no tan en compañía con la Justicia, que no deje espacio para el trabajo político (no se atreven a utilizar "el sucio trabajo político" que tienen en sus mentes, como así mismo lo tenemos la mayoría de los españoles) que, según se dice por todos esos medios de comunicación, es imprescindible, junto a la "revisión" de la Constitución.

La gran mayoría de las marionetas radiotelevisivas y los plumíferos escribientes de los periódicos que tanto invitan al gobierno español al trabajo político para solucionar el problema secesionista lo hacen, no porque les interese en ello un fuerte impulso patriótico -siendo como son ciudadanos del Mundo- sino el instinto y el cabronazo deseo de destrozar de una puta vez, la unidad territorial más antigua que conforma una Nación única en el Mundo: España. 

De este problema que unos cuantos hijos de puta, nacidos o no, han montado en la hermosa Cataluña, -¡ya lo sé!- hablaron y seguirán hablando una infinidad de personas nacionales y extranjeras, que han dado cantidad de opiniones la mar de diversas y hasta contrapuestas las unas de las otras, incluso dichas por alguna de esas personas pues, como todos sabemos, imbeciles no es precisamente de lo que andamos escasos. 

Pero, yo ya estoy de este asunto que, de no ser porque lo estoy viendo y viviendo pensaría que era un mala película de la "sexta", hasta los mismísimos... ¿Cómo se dice huevos si parecer grosero? Pues... eso.

Os cuento que hace unos días entré en una perfumería que olía tan irresistiblemente bien que no tuve más remedio, para nivelar el ambiente, que dejar caer un pedo, largo, largo, que confieso de muy mal olor. Esto viene a cuento porque, para mi desgracia, sufro la imposición de tener que escuchar por las tardes, cada día, el espacio radiofónico "La ventana", de la SER. Los presentadores Carlos Francino y otros, que son tan sabios e inteligentes como él, que nos muestran de mil maneras distintas, pero todas ellas llenas de enjundia -no hay más que verles la cara-, la imbecilidad de todos los demás habitantes de la tierra; entre ellos el señor Mariano Rajoy. 

Y es que son tan listos que cuando los escucho -como hice en la perfumería-, me veo en la imperiosa necesidad repetir la ventosidad cada tarde, con la idea de nivelar el ambiente, intelectual en este caso.

Eloy R. Mirayo.


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