lunes, 9 de octubre de 2017

HUELE A CHAMUSQUINA.

Puede ser que tenga razón la portera del edificio donde vivo, cuando me dice que ve normal que los de Podemos y sus zurrapas 

estén a favor de los delincuentes que tienen saqueada, secuestrara y dándole una zurra de golpes contra toda clase de paredes, a la Generalidad de Cataluña, que debiera ser la autoridad de aquella parte de España porque, según ha escuchado por la tele, muchos de ellos y ellas ("podemitas S.A"), han salido de la desobediencia civil, del comunismo más cafre, del movimiento Okupa y de la -ella dice pequeña- "humeante" delincuencia.


Decir que los que así funcionan son muchos, es expresar una indeterminada cantidad que, dependiendo de quien la escuche, pudiera ser que algunos, los más interesados en "rebajar cifras por cercanía delincuencial", pudieran tachar de exageración fascistoide; en cambio a otros, los que vemos las cosas con los ojos de ver con frialdad las realidades, escuchar decir que son muchos, nos pudiera parecer; no, nos parece (a ver quién tiene el valor de decirme que no) una valoración ñoña, cicatera y demasiado benevolente.

La perogrullada nos dice que cuando las aguas se salen de su cauce, rotas las barreras que las dominan y dirigen, son capaces de llegar a lugares impensables e inverosímiles ocasionando graves destrozos en su ingobernable derrame. 

Esa metáfora que se me ha venido a la mente, creo que define de manera extraordinariamente fiel lo que en este país ha ocurrido en su política con el derrame de las hordas del conglomerado neocomunista que conforman a Podemos, y las zurrapas que serviles lo acompañan lamiéndole el ano -culo en castellano-.

Los democaquitos por donde discurría sus aguas -que eran de por sí, de mala naturaleza- los que más o menos venían canalizando esas aguas, se fueron llenando de su natural basura democaquita y, como nadie hubo para hacer la necesaria limpieza de los cauces, las aguas sucias, insospechadamente, lo llenaron todo con su suciedad pero, "¡mía tú que!", aunque las aguas aún no bajan demasiado limpias, los que se está notando es que la mierda va remitiendo.

Todos conocemos a alguien que después de haber votado en su día a esos neocomunistas del conglomerado Podemos, salidos a la luz del día como la momia Otzi (Hombre de Similaun), 

de entre los milenarios hielos de la política, ha proclamado a los cuatro vientos que no volverá a hacerlo, ni aunque le sienten en el sillón del dentista, y le amenacen con arrancarle las muelas del juicio, y todas las demás, de un tirón (del tirón, que suelen decir los gilipollas) y sin anestesia.

Al otro lado del problema, tenemos la diáspora de grandes bancos, grandes, medianas y pequeñas empresas que creadas o establecidas en Cataluña, buscan establecerse en otros lugares patrios. También, pero en ese mismo corrimiento de voluntades, se encuentra el simple dinero en renta; él también anda buscando escenarios más tranquilos.

¡Qué bonito! ¿No? Seguro que por todo el territorio nacional, fuera del de Cataluña, la gente, de contento, se ha pasado el fin de semana bailando en corro sardanas y haciendo castillos humanos. 

Pocos parece que seamos los que hemos recordado que no existe nada sobre la faz de la madre tierra, en el fondo marino, ni flotando por el infinito éter que nos envuelve que intranquilice más a un catalán, que el que le toquen o pongan en riesgo su "talega". Los bancos; las empresas; el simplón y siempre temeroso dinero; la gente de fuera de Cataluña está tan contenta; ¡todos se están marchando! ¿Por patriotismo? ¿Les empuja su amor a la Patria en una sola pieza? No; joder, no, sencillamente porque si su lealtad fuera el motor... No, me huele a chamusquina. Será que durante todos estos democaquitos años, no han tenido tiempo para hacerlo. Será porque no sabían nada del soterrado movimiento choricero del 3%. Será porque les ha pasado desapercibido el estado económicamente ruinoso de aquella maravillosa parte de España. Y, claro está que durante todos estos años en Barcelona como capital de aquella región, 

no fue necesario sacar a pasear la gloriosa Enseña Nacional aunque sea con ese escudo.

Eloy R. Mirayo.

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