El próximo domingo se celebrará una manifestación en Barcelona, en contra del separatismo y la innecesaria afirmación de que Cataluña es una región que, junto a las otras 18, forman el conjunto de España.
La organizadora, muy pulcra ella, pide que nadie lleve ningún tipo de elementos que se identifiquen con el "franquismo". Me parece muy bien, nada que se identifique con el franquismo en la manifestación porque esos señores que organizan, están reñidos desde hace mucho con el valor, y con el orgullo de ser español y gritarlo a todo pulmón en el mismísimo centro de la plaza de Cataluña en la ciudad de Barcelona.
Los señores de la organización, y la mayoría de los que participen, han estado aguantando desde hace más de cuarenta años, padeciendo sufrimientos, vejaciones e insultos que les obligaba, sumisos, a callar y a disimular su natural españolidad, como si ser algo tan importante, fuera vergonzoso.
En todos esos años la Bandera Nacional sólo fue paseada por las calles de Barcelona, cuando militantes de la Nacional (Madrid) de las desaparecidas Juntas Españolas, partido de respetuoso recuerdo al Movimiento Nacional, a José Antonio y a Francisco Franco, quisimos hacerlo junto a un escaso grupo de jóvenes barceloneses, casi todos socios del Real Español.
Orgullosos y agradecidos deberían estar a esas gentes que, estarán, no les quepa duda que estarán, exhibiendo símbolos franquistas porque, tengan por seguro que en el caso que pudiera haber "jaleo", serían los únicos con cojones para defenderse adecuadamente, al tiempo que defenderles a ustedes, señores puritanos.
Cataluña debería tener memoria de lo que representó Franco, para su modernización; mucho hambre costaron los imprescindibles avances industriales y económicos de Cataluña y las Vascongadas al resto de los españoles que, de manera disciplinada, lo aceptamos porque se nos explicó, y fue verdad, que esas avanzadillas lograrían hacer llegar los beneficios para todos. Regiones de tierra adentro; las Castillas, Extremadura, junto a Galicia, Murcia, Andalucía, Santander, Asturias y hasta Madrid, entonces castellana, tuvieron que esperar; resistieron en silencio, con el cinturón apretado en el último agujero, mientras veían cómo vascos y catalanes aparecían gorditos y con el buen lustre que dan "los posibles".
Señores organizadores de la manifestación del próximo domingo, no sean memos, no estropeen su magnífica obra; nadie, porque lleve símbolos franquistas y banderas con el águila, espera la resurrección del Caudillo. No tengan ustedes miedo a perder su maravilloso sistema democrático, este que tan bien nos va.
Eloy R. Mirayo.
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