jueves, 21 de septiembre de 2017

PROPUESTAS.

No hay duda de que el ser humano que obtuvo la capacidad de hablar, lo logró porque sintió la necesidad de hacerse entender, y enseñó a los demás por el deseo y la necesidad de comprenderles a ellos.

En cuanto al sexo del descubridor de tan importante faceta, existen una barbaridad de opiniones, en una u otra posibilidad, unas científicas y otras de origen popular; unos aferrados a su creencia, y los otros no ceden de sus propias que, "mía tú que hace años de eso"', y no son capaces de llegar a una conclusión. Hay quienes aseguran que fue un hombre para hacerse servir por la mujer, y otro que, por el mucho uso que hacen de ello, afirman a pies juntillas que fue una mujer. 

¿Yo qué pienso? Pues que en la medida que puedo hago uso, sin importarme lo más mínimo si el contraste de calidad es un pene, o una vagina.

El habla ha sido lo más importante que la humanidad fue capaz de aportar al Mundo porque, como el oxigeno, llegó a expandirse sin discriminar por toda la humanidad, aunque sea con distintos sonidos. El habla es un don especial, que solo los humanos entre todos los seres vivos que pueblan la tierra posen. 

El habla es una de las muy poquitas cosas imprescindibles que existen; la palabra hizo posible la aparición de la escritura y por la escritura se llega del conocimiento práctico, a la divulgación del conocimiento. El habla nos da la capacidad de mostrar los sentimientos; nos ha traído la prosa, la poesía, la música, además, la posibilidad de discutir opciones y de llegar a acuerdos. La posibilidad, no confundirse, y no absoluta.

A mí me ha pasado varias veces que intentando dialogar -acepción extremadamente usada últimamente por cantidad de gilipollas-, no he podido llegar a acuerdos porque la otra persona no se apeaba del burro, negándose a aceptar mi proposición. Una de esas veces, recuerdo que me ocurrió cuando paseaba despreocupado por la calle Hermosilla de Madrid; ocurrió que de un portal salió brillante como el Sol abrileño, la actriz norteamericana Ava Gardner -¡todo un monumento a la belleza!-. 

Me acerqué muy resuelto y al tiempo que le ofrecía un cigarrillo 

la propuse ir a mi casa y en una cama de 2x2 metros que tengo en el dormitorio, era el mes de julio, pasarnos, dándole al "tema" todo el invierno. 

Me dijo que no -en inglés y en español- y, por más que le propuse abrir una negociación; un acercamiento a iniciar un diálogo, doña Ava no se separó una mica de su primera decisión; de su rotundo no. 

La otra vez fue con Montoro, sobre la condonación vitalicia de mi obligada aportación a la Hacienda Pública y, como con la bella Ava, no se movió de su negativa posición; ni puto caso me hizo.

Mis quejas hechas a algunos amigos, me hicieron comprender que para poder alcanzar algunos acuerdos lo primero que se debe hacer es proponer como materia de debate algo que la otra persona, a cambio de algún tipo de concesión, pudiera llegar a aceptar.

Mi amigo Emiliano fue más explícito: 
-"¿Tú te miras con frecuencia al espejo?".
-Si; todos los días después de la ducha, cuando me peino.
-"Viéndote todos los días reflejado en el espejo ¿le hiciste proposiciones de sexo?
-Claro que si; es que estaba muy guapa.
-"Y tú, muy necio." 

Eloy R. Mirayo.

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