miércoles, 27 de septiembre de 2017

HAN ENCONTRADO EL NOMBRE.

Parece ser que al fin el movimiento separatista, a nivel nacional, ha encontrado el nombre "Hijos de puta sin fronteras", que estaban denodadamente buscando para dar publicidad a su asociación. 

Ya han conseguido aquello que desde hace un tiempo venían dándole vueltas, de cuerno a cuerno, en sus adornadas cabezas; llegar, aunque sin perder su simpleza intelectual, a ser perfectamente conocidos e identificables de forma absoluta, clara e inequívoca en todo el territorio nacional, e internacionalmente aceptadas por otras asociaciones de idéntica personalidad.

Luego, en una gilipollesca cercanía a los postulados de esa asociación, están andando por ahí -como rameras sin clientes- los que sin ser separatistas, mimetizan posturas, buscando la forma de hallar puntos de justificación a las aspiraciones separatistas de los asociados de pleno derecho, a "Hijos de putas sin fronteras" ("todas las posiciones y aspiraciones son legítimas, dentro del ordenamiento constitucional"). Esa afirmación no es más que la demostración de lo poco que les importa la Ley vigente, y las normas constitucionales, a quienes tienen el derecho al uso de los medios de información, como profesionales o como simples colaboradores pagados pues, esas aspiraciones y posiciones, no están admitidas ni por la Ley, ni por la actual Constitución.


Cuando alguien pontifica sobre un problema que afecta a la generalidad, sus palabras deben expresar posibles soluciones al problema porque, si no es así, lo que el charlista hace es simple y llanamente hijoputear, verbo que en estos momentos están conjugando cantidad de esas gentes que, por desgracia, hacen peso negativo en las creencias y opiniones de las personas de endebles meninges.

Cuarenta años proscribiendo y rebajando el altísimo valor de las  palabras Patria y Patriotismo, indefectiblemente acaba con los resultados que se están cosechando, y que aún pueden llegar a ser peores. Y es que están logrando que la gente común desprecie el nombre del país donde ha nacido, declarándose ciudadano "globalito", del globalizado mundo.

Moverse dentro de la moderna sociedad de este país, va resultando muy tedioso, triste, aburrido y extranjerizado, al punto de que nadie habla de haber comido un cocido madrileño; una paella valenciana; una buen bacalao a la bilbaína, una calderería extremeña, un riquísimo caldo gallego, una fariñona asturiana, una

Butifarra amb manguetas, etc., porque hablar de haber asistido a cualquiera de las distintas cocinas de este país, todas maravillosas, es un pecado contra la globalización, demostrativo de que se es un facha; nacionalista involucionista de tomo y lomo, incapaz de reconocer que todo eso que sale de la cocina localista es basura, ya que has preferido eso a degustar sana comida internacional en restaurantes como "Tandori" hindú u otros menús como los birmanos, peruanos, argentinos, japoneses, chinos, etc.

Eloy R. Mirayo.

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