jueves, 14 de septiembre de 2017

A LA ESPERA.

La fórmula usada de promesa o juramento exigida a los políticos para el desempeño de cualesquiera función relacionada con el servicio a la Constitución y el Estado, 

debería ser eliminada, si se atiende al hecho cierto de que muy pocos, yo diría escasos, son quienes en los últimos años sorpresivamente, llegan ascendidos, sin tener conciencia de poseer conciencia y honor -dos desconocidos para ellos- con que avalar su promesa o juramento. Eso, desde hace algo más de cuarenta años, ha pasado de ser algo altamente respetado y trascendente, a una simple y vana oración gramatical que, como mucho, viendo en lo que ha quedado el país, podría quedar bien como título de una viñeta en una publicación humorística.


¿Qué conciencia y honor se le puede pedir a semejante tropilla formada a base de desechos de maternidad?.

Una vez vencido el hijoputismo secesionista; a falta de los últimos flecos, ese será un tema que de no ser que ocurra algo verdaderamente extraordinario, no volveré a tocar. Para mí ya es como la pesadilla que no se quiere recordar. The end, finito, se acabó.

Demasiado tiempo empleado en un asunto que, en cualquier país normal, se habría resuelto en un pis pas. Claro; si quienes tuvieran la autoridad, la supieran ejercer. Los de aquí son otra cosa.

A la espera de decisiones importantes tenemos la Enseñanza, desde preescolar a licenciatura. No es que todos los "palos de la baraja" estén mal pero todo, empezando por la parte económica de los profesores e infraestructura, tiene grandes posibilidades para ser mejores. Enseñanza, no puede nadie conformarse con el bajo nivel cultural de nuestro escolares y universitarios. Se impone la necesidad de recuperar la autoridad de los docentes; premisa para alcanzar el nivel que corresponde a este país; un lugar entre los mejores pues, materia prima, ingenio y claridad de ideas, nunca nos han faltado, desde los lejanísimos tiempos del Homo Antecessor -ni siquiera yo había nacido-.

Es necesario encarar con el mayor respeto el asunto laboral; es necesario que el gobierno, ya que las empresas no lo van a hacer, se embarque en la gran aventura; en la necesaria aventura de encontrar un nivel más justo entre los beneficios de la empresa y los jornales de los trabajadores. Mala es la discriminación pero, si es por mejorar al necesitado, amén.

No sólo habría que encontrar más justos niveles en el mundo laboral; también, con la misma celeridad, se debería acometer la desigualdad existente en cuanto a la entrega obligatoria, vía impuestos a la Hacienda Pública, ya que el modelo existente continúa permitiendo hacerse más ricos a los ricos, mientras despiadadamente sangra sanguijuelamente a la clase media y a los autónomos; todos auténticos equilibristas del euro.

Hay más, pero seguiremos mañana.

Eloy R. Mirayo.

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