miércoles, 5 de julio de 2017

MINUCIAS.

Esta hermosa noticia que viene en la prensa hay quien piensa, es posible que con malicia, que es una medida arbitraria con miras al futuro, determinada por la autoridad competente. 

Una brillante idea, piensan los democaquitos; una excelente manera de cuidar con mimo y amor a la benéfica Democaca ¿qué manera mejor se puede querer para al sistema, si no es cuidando a su propia cantera, como hacen los equipos de fútbol y baloncesto, para sustituir a sus talentos envejecidos.

Un ¡Hurra! por los carteristas, futuras relumbrosas estrellas de nuestra política, de seguido, hasta la municipal.

No cabe duda de que si es cierta la presunción de ese pensamiento, presuntamente maligno, sería una muy buena manera de asegurar la pervivencia de este sistema democaquito, que tantas "figuras de relumbrón" ha logrado hacer desfilar sobre el albero de este ruedo ibérico, en el que me encuentro, como todos sabéis, exiliado, me temo que de por vida.

Pero, viniendo con los trastos hasta aquello que a la gente sencilla nos atañe, bien haríamos no permitiendo salir a la calle, encerrándoles bajo siete llaves si es necesario, a esos cuatro cuartos que nos deja Hacienda, después de rebuscar con lupa en los fondos de denuestos raídos bolsillos.

Ya sería bueno que las pocas grandes empresas que aún quedan en el país, también se les ocurriera la idea de crear sus propios pimpollos que asegurarán su continuidad industrio-comercial.

Ya se, ya se que las cabezas pensantes de esas grandes empresas, las únicas ideas que bullen, precisamente, son las de reducir al máximo la presencia del "material humano" en sus factorías.

Y, volviendo a ras del suelo, que es el lugar en el que nos movemos las personas decentes, me encanta resaltar (por si nadie se ha enterado) porque es de ley (algo bueno ha de salir de esas mentes democaquitas), el espaldarazo oficial al artesanal oficio de carterista, oficio casi tan longevo como el de prostituta/o. Quizás solo les ha faltado, para mayor gloria, de sus profesionales, incluirle entre las Artes Clásicas 

haciendo justicia al refinado arte que se necesita atesorar para sustraer una cartera de un bolso o bolsillo, sin que se entere el dueño de ella.

¿Las víctimas? Para eso están; para que esos grandes profesionales del carterismo, puedan realizarse en el bolsillo de ese trabajador que acaba de recoger su magra paga después de impuestos; la cartera del pobre viejo que acaba de salir del banco, con los seiscientos euros de su paga para poder comer durante todo el mes; o de la cartera de ese parado de larga duración, al que le han limpiado los cuatrocientos veinte euros del subsidio.

Pero ¿que tragedias son esas, si lo comparamos con el venturoso servicio que le dará a la Democaca, cuando ya doctorados, asciendan a la primera división; a la Política Nacional? Minucias.

Eloy R. Mirayo.

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