lunes, 26 de junio de 2017

EL CULTO AL AÑEJO SOVIET SUPREMO.

El ego de los políticos veteranos les impide ver su confusión, en cuanto a la evaluación que hacen del grado de peligrosidad que la temeridad irresponsable de los políticos noveles, trae en sus mochilas. 

El ejemplo de lo que ha pasado en el PSOE, con el regreso del "señorito Pepis", a la Secretaria General, no puede ser más palmario.

Los socialistas históricos, acolladores de la "Faraona de San Telmo" (los que ya se han hechos ricos, y más que ricos) muy bien instalados en sus maravillosamente amuebladas torres de marfil, 

no fueron capaces de enterarse de que entre ellos y las nuevas generaciones de "capillas y capullo", se ha instalado un grave problema alofónico; es como si unos y otros, como dice el himno antiguo del Real Madrid, veteranos y noveles, hablasen en distintos idiomas (unos el tonto y los otros el imbécil, idiomas irreconciliables). Así están las cosas en la calle Ferraz, y en el resto de covachas políticas del país, aunque no lo parezca.

Pero no solamente son los políticos quienes cobijan el mal, sino que un buen número de gentes de este país, temeraria, ignorante e inconscientemente, por el hecho de que son jóvenes, han puesto en esas incapacitadas manos sus intereses básicos; sus intereses económicos, y hasta sus intereses y derechos humanos, algo que esa juventud, por la circunstancia de ser ateos a cualquier culto, que no sea el culto al añejo Soviet Supremo, está muy lejos de respetar y, muchísimo más lejos, de cuidar. 

Y ejemplos los hay muy conocidos: 72 asesinados así, con tiros a quemarropa. Una de las más clásicas maneras que el comunismo ha tenido y sigue teniendo en su catálogo de barbaridades, para asesinar a personas indefensas, sin distinguir entre mujeres, ancianos o niños, como nos indica la fotografía que acompaña a este escrito. Un chavalote de 16 años, con un montón de metas por conseguir.


Algún día Venezuela se verá libre de esa gente que viola derechos y asesina impune. Quizás ese día, personas que han perdido por la violencia oficial a algún ser querido, decidan aplicar la "ley por su mano", y encontrarán al gilipollas de turno que les negará el derecho "de réplica", asegurándoles -lo que nunca les darán, satisfacción- la acción implacable de la Justicia. 

Y si lo que quiere alguien es un ejemplo ilustrativo de lo que digo, solo tienen que echarle un ojo a lo que está pasando en este país,

en cuanto al tema de los asesinos de ETA; ahí, en las muy bellas provincias Vascongadas, donde las víctimas que tuvieron la suerte de conservar la vida y los familiares de quienes fueron asesinados, tienen que convivir a diario con sus asesinos, 

sin siquiera tener el derecho reconocido de poderles echar encima toda su rabia a través de un insulto. ¡Hijos de la gran puta! O algo similar.

Eloy R. Mirayo.

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