jueves, 4 de mayo de 2017

EN CUCLILLAS Y TAPADOS CON UN SOMBRERO CHARRO.

Esperar un cambio drástico en el modelo político, por retorcido que este sea (que lo es, y mucho) refleja más un sentimiento romántico mantenido a ultranza, que una posibilidad latente en el horizonte de recuperar este país. 

Los vientos soplan fuerte en una única dirección y solo nos quedan tres decisiones para entre ellas elegir. Caminar en la misma dirección que sopla el viento a la espera de que amaine; luchar con denuedo sin posibilidad de vencer al dios Eolo;

o parapetarnos detrás de una gran piedra; quietos y rumiando en silencio la desgracia; hasta que el último de nosotros se lleve a la tumba aquellos buenos recuerdos de lo que tuvimos la suerte de vivir y disfrutar, junto a nuestra incapacidad para adaptarnos a las circunstancias para, dentro de esas circunstancias, luchar por los que murieron muchos miles de españoles 

que no es otra cosa que,la dignidad y el honor de España, tan pisoteados en este momento, y por los derechos de todos los españoles; de todos los derechos de los que en estas últimas décadas hemos sido desposeídos.

El buen criterio es no esperar recoger el trigo en la provincia de Santander, aunque la siembra haya sido de la mejor calidad, si la simiente se echó en las dunas del Sahara.

Es vergonzante ver como en casi toda Europa surgen movimientos políticos ideológicamente próximos, y nosotros, con un curriculum más importante, estamos en la sombra, como el clásico mejicano; 

en cuclillas y tapados con un enorme sombrero charro, esperando ¿que?... que no ocurra nada que perturbe el sueño de que ¡volverán Banderas Victoriosas!, sin ningún tipo de incomodidad.

El próximo domingo en Francia, la señora Marine Le Pen, se enfrentará en las urnas con toda la clase política francesa, que no ha sido capaz de solucionar ninguno de los problemas que en la actualidad sufre Francia, muchos de esos problemas, creados por los últimos gobiernos de Sarkosy y del socialista François Hollande.

A ella, la señora Le Pen,

no le importa lo más mínimo que la insulten constantemente, llamándole neonazi, fascista, extremista de derecha, xenófoba, y todas las lindezas que los cobardes suelen lanzar, amparándose en lo que ellos denominan Democracia.

Fue capaz, porque siempre tuvo la idea clara de a dónde quería llegar; por ese motivo, decidió prescindir de se su padre, Jean Marie Le Pen y de su estrecho y corto ideario, que iba camino de convertirse en puro folclore.

Hoy se teme al Front National y, porque se le teme, las izquierdas, el centro y las derechas, se juntarán en apestosa unidad, para tratar de frenarle en su ascendente trayectoria. 

Posiblemente lo logren (las ratas tiene un gran poder de destrucción), pero el pueblo francés, el que sufre en sus carnes las injusticias de los políticos, siempre estarán con lo que representa Marine Le Pen, que es a la auténtica Francia.

No deja de ser una pena que Catalina Erauso, La Monja Alférez -pues no aparece varón alguno- muriera hace tantos años...

Lo siento, pero es que esta "canción" no puedo evitar que de vez en cuando se me escape. 

Eloy R. Mirayo.

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