viernes, 28 de abril de 2017

MUCHA CARA DURA Y DESVERGÜENZA.

La sensación, como la boina de polución que da techo a Madrid, centro  y capital de este país, es que toda la vida oficial -política y judicial-, gravita de manera exclusiva sobre el descubrimiento, persecución y entalegamiento de los delincuentes con piel de "Giorgio Armani" 

que, desde las distintas instituciones del Estado -pareciera que desde todas- se han estado llevando los dineros a manos llenas, dejando desatendidas las cosa para las que nos sacan los euros en impuestos.

Eso, y el movimiento recaudatorio del ministeriode Hacienda, es lo único que parece que esté funcionando. No hay más. 

¿Por qué? sería la pregunta pertinente. Pues porque además de muchos responsables del saqueo que están quietos y en silencio, disimulando su presencia, hay otros muchos que, en vez de preocuparse por llevar adelante sus obligaciones diarias de sus departamentos, permisos y licencias; expedientes de créditos o subvenciones a empresas que lo necesiten para ampliarse o para mantenerse en la lucha, se encuentra metidos en la imponente, escabrosa y perentoria tarea de encontrar pruebas y personas que avalen su honradez y buen hacer. Personas que para lograr su empeño, les vendría muy bien armarse de una buena lupa, o mejor, contratar a Sherlock Holmes y al doctor Watson. Quizás así...

Y dicen que son los representantes del pueblo. El cinismo es otra de las características imprescindibles, junto a la desvergüenza, para poder llegar a hacer una larga carrera en Política. 

Es mentira jodida; el político, al menos los de esta Democaca (sálvese quien pueda), únicamente representan a los intereses del partido (yo diría "partida") y, desde la posición lograda en el juego electoral por el partido, ocupando el cargo conseguido en el reparto, en primerísimo lugar, se afanan en atender adecuadamente sus inaplazables propios intereses y, con el sobrante... Pero ¿qué coño sobrante?.

Mucha cara dura y desvergüenza se tiene que atesorar para decirse en público representantes del pueblo, cuando casi la mitad de ese "pueblo" está recibiendo como remuneración a su trabajo, de un año, lo que las señorías del caserón de la Carrera de San Jerónimo, cobran, oficialmente, cada mes.

Eloy R. Mirayo.

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