lunes, 27 de febrero de 2017

LO QUIEREN TODO.

Alguien me dijo hace tiempo que la Bolsa la inventaron los ricos, 

cuando se enteraron de que los pobres, por su trabajo, recibían dinero. Y, se les ocurrió precisamente crear "algo", para sacarles ese poco dinero que tuvieran los pobres, conseguido después de dejarse la salud en el trabajo.

Yo, con la candidez que me caracteriza, pensé que mi amigo, ese alguien, se estaba quedando conmigo, haciendo esa acusación y que, por algún motivo que se reservaba, estaba resentido con la Bolsa, los bolsilleros, y con los ricos, que eso siempre queda bien. 

Hoy, con el paso de los años, que suelen ser unos buenos libros donde aprender, he podido constatar que es verdad; 

los ricos -salvo las migajas que dejan para después- 

son los únicos que sacan pingües beneficios, no solamente por lo que pueden ganar con el juego bursátil, que también los consiguen haciendo subir hasta las nubes ficticiamente unas empresas, para después de haber "agarrao pasta a troche y moche", con la venta de sus acciones, pinchar el globo, propiciando el golpetazo contra la dura superficie del suelo; quedando sus acciones con menos valor de lo que cuesta el más barato de los rollos de papel higiénico.

Pero eso se les quedó un tanto corto, y quieren mucho más; lo quieren todo, menos las comisiones con las que engordan a algunos políticos de los que se valen para hacer crecer la cifra de sus euros. Y, en la dinámica absolutista, desde hace poco tiempo, además de seguir ordeñando las ubres de la Bolsa, también les están ordeñando el seco bolsillo 

de los mismos semi pobres, a través de las múltiples empresas de apuestas que, uniéndose a las de "juego online",  forman en este país -es el que conozco, por estar aquí exiliado- la "industria más boyante"; alcanzando la nota de ser la línea de "negocio" -casi en paralelo con el menudeo de la droga- que mayor movimiento, mayores  ingresos y más beneficios cosechan.

Una pena que, como la mayoría o, en su totalidad, son extranjeras, los euros baten sus alas y saltan los Montes Pirineos, y hacen turistas de los que jamás vuelven. 

Menos los que, vía impuestos, caminan hacia la caja del ministerio de Hacienda, lo que dibuja una sonrisa en el rostro del señor Montoro, 

y que son lo que más le interesa al Gobierno. Porque con ese dinero, se puede seguir presumiendo de hacer caridad con el subsidio de cuatrocientos y pocos euros que, la mayoría de ellos, volverá a los bolsillos "originales" a través de esas distintas apuestas y juegos, que son donde los pobres, no da para más la inteligencia, buscan solucionar su problema.

Eloy R. Mirayo.

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